LA LIGA REGRESA A SUS CASAS

Yo no quiero a Neymar

Neymar Júnior debería purgar sus culpas en las mazmorras de oro del PSG / AFP / FRANCK FIFE

Entremezclados, salpicados, sonando continuamente con el discreto pitido del washap me llegan al móvil tantos mensajes de condolencia, de ánimo por la muerte de mi hermano Carlos como avisos a navegantes de que “no podemos”, dicen, fichar al díscolo, indisciplinado y fiestero Neymar Júnior por más que lo pida Leo Messi.

Mientras trato de atender a todo el mundo, me quedo atónico (y eso que lo dije en el funeral: pasará, alguien pensará que el que se ha muerto he sido yo porque, cuando a Carlos lo confundían conmigo, jamás decía que no era yo “porque les hacía tanta, tanta, ilusión hablar contigo, Emilio, que me parecía incorrecto decirles que no era Emilio”) porque mi amigo Javier García Vico, antiguo campeón de motrocrós, publicó un twitter “D.E.P. Emilio. Abrazos para su familia y amigos” con una foto de Carlos.

Romper el carné

Mientras algunas cosas de esas ocurren, el mundo sigue pendiente de qué sucederá con el que fue (lo siento, no lo es ni de mucho) el segundo mejor futbolista del plantea, sí, ‘Ney’.

Ha vuelto la época de romper el carné. Hace 30 años, cuando los culés se enfadaban con el club, la política de fichajes, la plantilla o los resultados, aireaban a los mil vientos, es decir, en prensa, radio y TV (no había más ¡yupi, que bien! ¡no habían redes sociales!) que iban a romper el carné. Y lo rompían. Ahora, como eso vale una ‘pasta’ (ser socio y abonado, digo), tal vez solo decidan, como ha hecho Josep María Minguella, no ir al Camp Nou como represalia por haber fichado a Antoine Griezmann o, como me dice mi amigo del alma, Jordi Tomás, “porque quieren fichar a Neymar Júnior”.

Lo cierto es que va a empezar la temporada y lo mejor que ha ocurrido, a mi modesto entender, es la aparición de ese fenómeno prodigioso que se llama Joao Félix, que ojalá convenza al ‘Cholo’ Simeone para que luzca un fútbol más bello, y, por supuesto, el triunfo, rotundo, precioso, de admirar, de aplauso y ovación tremenda, de la árbitra Stéphane Frappart, que dejó a todo el mundo boquiabierto con su fenomenal y perfecto arbitraje en uno de los partidos más comprometidos de la historia y, sobre todo, en un momento de una altísima presión ambiental que ella, Stéphane, supo llevar como Rosalia lleva lo suyo, es decir, de matrícula de honor. O más, mucho más.

¿Y el Madrid, campeón de Europa, no?

El resto, a horas de que empiece el festival de pasiones y, sobre todo, el fútbol con el VAR (ya nada será igual desde la aparición del videoarbitraje), me deja muy frío. Demasiado. Me tiene muy mosqueado, aunque parece que no se pueda comentar (bueno, en realidad no lo ha comentado nadie) que, después de tantas fotos de fiestas en Ibiza (con Pepe Costa, por cierto, el amigo invisible, perdón, visible, de Messi, a sueldo del Barça, presente en todas las juergas), va ‘D10S’ y se lesiona. La verdad es bastante mosqueante, lo siento.

Ya ni les cuento lo mal (o bien) que me sienta que el Real MadridFlorentino Pérez y Zinedine Zidane sigan inmersos en el mismo tsunami desastroso que les llevó a ser el hazmereir del mundo del fútbol y cerrar tan desastrosa temporada. Ni les escribo del patético caos del triunfante Valencia con Peter Lim torpedeando la labor de Mateu Alemany y Marcelino García Toral. O ese corre, corre, del Betis fichando al ‘panda’ Borja Iglesias (¿por qué no lo fichó el Barça para empujar a Suárez? aaaah, porque el uruguayo es ‘el amigo’ de Messi, vale). Y ese Espanyol tan canterano, que le ha dado las riendas a David Gallego Rodríguez.

Eso sí es valor y no lo de ‘Barto’ con ‘Ney’. No lo fiches, anda.

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