DEBATE EN EL INDEPENDENTISMO

Estiércol político

Bolsas de basura dejadas por los CDR frente a la sede del PDECat en Balaguer. / Twitter / @CDRCatoficial

Uno de los temas de interés de la actualidad política veraniega es el de la relación entre los partidos políticos independentistas y la sociedad civil. Entrecomillemos la palabra interés, recordando que en el periodo estival tendemos a agrandar las anécdotas para compensar que la vida diaria está al ralentí, discurriendo entre piscinas, playas y calles vacías.

Durante el pasado fin de semana una acción de unos CDR consistió en repartir excrementos delante de las sedes de ERC y JxCat, recriminándoles que no hayan hecho efectiva la independencia y acusándolos de menospreciar "los votos del pueblo". No negaremos a los autores de estas protestas que los partidos son unas estructuras llenas de defectos, como ocurre con cualquier otro aspecto de la vida terrenal. También tienen taras los sindicatos y los grupos sardanistas: es cosa de la condición humana y siempre es bueno invertir esfuerzos en mejorar. Soy de la opinión de que la corrección de estas deficiencias pasa por la implicación activa de los ciudadanos, más que por el vertido de estiércol en la vía pública, pero vete tú a saber.

Dando por supuestas las imperfecciones, estos hechos que comentábamos ponen de relieve dos virtudes de los partidos. La primera es que tienen unas sedes donde ir a verter heces. Es decir, que se sabe quiénes son y dónde están, lo que no puede decirse de los indignados protestantes. La segunda es que para "menospreciar los votos del pueblo" primero hay que tenerlos. Es decir, que se sabe a quién representan y en qué proporción, lo que tampoco se puede decir de los airados rebeldes.

En materia de discursos antipolíticos es bueno desconfiar preventivamente: siempre suele haber alguien detrás con alguna aspiración que va más allá del nihilismo. A veces hay partidos que pasan por un mal momento y necesitan que sus malos tragos queden diluidos en el desprestigio generalizado. Otra posibilidad es que haya quien anhele sustituir los políticos existentes por unos que sean de su cuerda, muy legítimo si se hace a cara descubierta. Pero aún cabe una última posibilidad.

Netflix ofrece un documental titulado 'The Great Hack', en el que se habla de la conjura entre la campaña de Trump y la empresa Cambridge Analytica para utilizar de fraudulentamente los datos de millones de usuarios de Facebook. A raíz de esto también se explica que la misma compañía había organizado una campaña antipolítica en Trinidad y Tobago. El objetivo era desmovilizar a una parte de la juventud y conseguir adulterar los resultados de las elecciones a favor de sus clientes. Mientras los que la apoyaron pensaban que estaban haciendo un acto de rebeldía, todo estaba estudiado para "incrementar la apatía" -dice literalmente uno de los responsables de Cambridge Analytica- y de esta forma apartar de las urnas a los jóvenes afrocaribeños.

No puedo dejar de pensar que los principales interesados en apartar el independentismo de las instituciones no son otros independentistas.