IDEAS

Vaselina roja

Un fotograma de la película ’Palombella rossa’ con Nanni Moretti. 

Se supone que cuando ustedes lean este texto habremos salido del estupor. ¿A qué me refiero? Es fácil, sólo hay que tirar de analistas políticos. Se rumorea que hay algunos que, en su afán por ser más listos que nadie -mira mamá, sin manos-, fingen su falta de estupor incluso desde antes de que empezara todo esto de la formación de gobierno.

Porque de eso va la cosa. Y hoy, mientras el desconcierto aún nos recorre los huesos, me viene a la cabeza Nanni Moretti en 'Palombella Rossa', 'Vaselina Roja'. En la película, Moretti encarna a Michele, jugador de waterpolo y dirigente del Partido Comunista italiano que ha perdido la memoria a causa de un accidente. Durante un partido, en el agua, unos desconocidos le presionan con el fin de que recuerde su pasado. Cuando el partido está a punto de acabar, Michele se dispone a lanzar un penalti del que depende el empate para su equipo. ¿Debe tirar a la izquierda? ¿O por el contrario decantarse por la derecha? La pregunta no es baladí. Estamos en 1989, justo antes de la caída del muro de Berlín.

Criticados por parte de la izquierda, atacados por la derecha y el partido neofascista, el PCI no sabe hacia dónde orientarse. Y en un momento clave de la película, Michele, interrogado por los dirigentes, comienza un discurso desde el corazón, esperanzador, sobre dejarse de rollos y abrir el partido a la gente. El discurso es imponente, hermoso, único... porque no es suyo. O no totalmente. Se lo ha copiado a Franco Battiato. Es la canción 'E ti vengo a cercare'.

Así, Michele, transformado en profeta popular, anhelante y desesperado, se dirige a los suyos despojado de toda táctica, sin ases en la manga.

En estos días, se me ocurre que ojalá alguno de nuestros dirigentes hubiera optado por lo mismo. Ojalá alguien se hubiera hecho un Moretti. Ojalá alguien con sentido de responsabilidad o incluso de vergüenza, tarareando a Battiato en medio del hemiciclo: "Y te vengo a buscar, con la excusa de tener que hablar porque me gusta lo que piensas y dices porque en ti veo mis raíces". Pero no, parece que simplemente nos hemos quedado con la parte del siglo que se acaba, "saturado de parásitos sin dignidad".