Dos miradas

Hacer ver que se hace

La vivienda es la principal preocupación de los barceloneses, ¿es legítimo jugar con esa inquietud por fines partidistas o de imagen?

Anuncio de alquiler en un portal de una finca de Barcelona. / RICARD CUGAT

Lo peor del decreto de alquiler que toda la oposición tumbó no fue que mostrara la fragilidad del Gobierno de JxCat y ERC, sino que delatara su total incompetencia. Un decreto mal hecho, que traicionaba su supuesta intención, y sin posibilidad de prosperar por exceder las competencias. Ni siquiera la vieja treta de aprobar decretos bellos que saben que van a ser tumbados les salió bien. El decreto, nacido en plena campaña electoral, no había por dónde cogerlo. Una presunta regulación del mercado construida a partir de la bravuconería del mismo. El excelente artículo de Carles Cols ilustraba el desaguisado con un ejemplo real: una mujer obligada a abandonar su piso ante un desmedido aumento de alquiler de 1.000 a 1.300 euros, con el decreto en la mano, el incremento podía llegar a 1.320.

Cuesta entender tanta inutilidad. La vivienda es la principal preocupación de los barceloneses, ¿es legítimo jugar con esa inquietud por fines partidistas o de imagen? ¿Es admisible cuando tantos sufren los desmanes del mercado y tantos tratan de combatirlo? Hacer por hacer, por hacer ver que se hace. Una farsa. Una más.