La clave

Sugestión

La jugada de Iceta para tentar a Valls y hacer alcaldesa a Colau ha resultado ser disruptiva en la política española y ha hecho que cualquier pacto sea posible menos el de la moción de censura contra Rajoy

Pedro Sánchez, en Bruselas.

Las elecciones se ganan en las urnas y las coaliciones se pierden en las noches electorales. En el año 2003, Artur Mas ganó en escaños las primeras elecciones catalanas sin Pujol contra pronóstico. Lo celebró por todo lo alto. Al día siguiente los funcionarios de la Generalitat le hicieron el pasillo al grito de "presidente, presidente". Se fue de vacaciones a las Islas Canarias y a la vuelta se encontró a Pasqual Maragall de presidente gracias al pacto del PSC con Esquerra e Iniciativa. Dicen que aquella madrugada electoral, Montilla y Zaragoza no se fueron a dormir hasta hablar con Carod-Rovira. La historia se repite. Otro Maragall, Ernest, celebró por todo lo alto su victoria en las municipales de Barcelona del 26-M. Seguramente se olvidó de llamar a Ada Colau antes de irse a la cama. Mientras, su viejo rival, Miquel Iceta, malherido por no conseguir el apoyo de Esquerra para ser senador, seguramente no se fue a dormir hasta lanzarle a Manuel Valls el anzuelo de una investidura gratis de Colau para frenar a los independentistas. Y de repente, los protagonistas pasaron a ser secundarios en un guion escrito por el tercero en discordia, Jaume Collboni.

La jugada de Iceta ha resultado ser disruptiva en la política española. Desde que se puso en marcha, cualquier pacto parece ya posible: que Ciudadanos permita a Carmena ser alcaldesa de Madrid o que Casado abra el paso a Pedro Sánchez en La Moncloa. Se ha creado un clima favorable a lo que llaman los "pactos entre bloques". Todos, menos el que lo hizo posible todo: el de la moción de censura contra Rajoy. De manera que hemos descubierto que vivimos dos años y medio en estado de sugestión. Quedamos fascinados por ese Pedro Sánchez que se negó a abstenerse para que Rajoy fuera presidente, que se enfrentó a la vieja guardia del PSOE para acabar con la lógica del turno y del bipartidismo, que tumbó a Rajoy con una moción de censura por corrupto, que pidió los votos de los ciudadanos contra el "trifachito" y sentenciando que la elección era entre "derecha e izquierda". Pero todo fue una sugestión nuestra, una fascinación. El PP tiene que dar el turno y con los amigos de la moción de censura no hay nada de qué hablar. La sugestión siempre es responsabilidad de la víctima