La protección de la infancia

Intimidad y confianza: menores en las redes

Es importante aprender a establecer ciertos límites sobre el nivel de confianza, y distinguir mejor entre espacios públicos y privados

Una joven utilizando su teléfono móvil. / EL PERIÓDICO

La existencia de videos de creación propia con contenidos sexuales de menores debe ocupar nuestra atención. Hace tiempo que la red dejó de ser un espacio reducido a perfiles que quieren compartir contenidos. Casi todo el mundo está en la red, y los peores comportamientos también se producen en ella. Las redes sociales son el espacio de relación social entre las personas más jóvenes. Sus relaciones se establecen sin fronteras claras entre la relación presencial y las redes virtuales. De hecho los grupos de whatsapp y de redes sociales públicas son para chicos y chicas jóvenes su espacio de conversaciones, experiencias de todo tipo que no tienen un límite entre físico y virtual. Para esta generación no existe esta distinción.

El mundo ya ha cambiado y las organizaciones, las empresas, las políticas y también las relaciones personales se establecen por todos los canales. El problema no radica en establecer una frontera entre virtual y presencial sino en conocer y establecer otros límites: qué contenidos compartes en el canal y cuáles con cada persona. Es importante aprender a establecer ciertos límites sobre el nivel de  confianza, y distinguir mejor entre espacios públicos y privados. Por  ejemplo, algunos grupos de adolescentes ya no utilizan Whatsapp para sus conversaciones, directamente se relacionan a través de Instagram. Una estupenda herramienta en la que publican y comparten audiovisuales, que en ningún caso tendrán el nivel de privacidad de un servicio de mensajería. Este es un claro ejemplo en que el uso que se le da a la herramienta no coincide con su diseño original. Estás compartiendo tus imágenes en una red pública , no solo con tu grupo de amistades.

En estos casos existe un problema, de madurez, de confianza y de  establecer límites para distinguir claramente qué son espacios privados y públicos en las redes. ¿Cuáles son las conversaciones y fotografías que estamos compartimos y con quién? En realidad los desajustes más importantes se producen por las actitudes y comportamientos humanos. Los cambios entre generaciones en el uso de las redes, o los abusos de parte de adultos criminales en un espacio de confianza, como son las en las redes de jóvenes, son las cuestiones que cabe abordar para informar y proteger a la infancia y a los más jóvenes.

Existe una brecha profunda entre los contenidos que comparten las personas jóvenes y mayores en las redes. Mientras algunas personas  adultas aún recelan sobre publicar fotografías personales, la generación más joven comparte casi todo con su entorno a través de las redes.

Ya hace unos años que #aftersex fue tendencia en instagram. De la misma forma que compartían una foto al salir de fiesta, compartían una foto “después de tener sexo” (imágenes sin contenido sexual, ni desnudos). A las personas de mi generación ni se nos ocurriría compartir una foto de esta forma en un mensaje privado con nuestras amistades más  íntimas. Precisamente tener esta actitud de confianza, de transparencia total sobre sus vidas, hace que publiquen fotografías íntimas en público. Consideran las redes sociales un espacio cotidiano. Por esa misma razón comparten en privado videos mucho más explícitos, que pueden acabar siendo visionados por quienes no imaginaban. Esto sucede a menudo incluso entre personas no tan jóvenes.

Este espacio de relación con sus iguales es percibido como un espacio de confianza, pero es un espacio público sin límites. De hecho esa es la gran revolución de internet, poder comunicarnos con cualquiera que no sea de tu círculo o territorio. De este modo, las redes abren inmensas oportunidades a pederastas de conectar preadolescentes a quienes antes no tendrían acceso. Estos  preadolescentes copian a una generación anterior, jóvenes que  lo comparten todo de forma transparente en redes,

En este caso, se combina la falta de conocimientos sobre los usos que nos dan la seguridad y privacidad en cada red, con la concepción tan diferente entre generaciones. Pero sobre todo las brechas entre nuevas herramientas, malos usos, e instrumentos de educación, protección y empoderamiento de la ciudadanía.

Ante este hecho cada semana salta la noticia que tres o cuatro menores se graban vídeos desnudos o abiertamente sexuales que publican en redes sociales, menores mayoritariamente acosados por pederastas. Las familias deben conocer a fondo las redes y  programar un uso progresivo de las tecnologías de menores según su madurez. Las instituciones deben ofrecer información y herramientas sobre las oportunidades y peligros. Pero sobre todo dar la educación que permita reflexionar sobre qué uso hacer de cada espacio digital.