Dos miradas

La aclimatación

Ciudadanos abandona definitivamente la careta liberal y el PP celebra la victoria porque sabe que Vox forma parte del mismo ecosistema. Solo ha hecho falta un semestre para alcanzar esta cima de la indignidad política

Pablo Casado entre la candidata a la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, y el ’alcaldable’, José Luis Martínez Almeida. / EFE / JAVIER LIZÓN

Cuando, en las elecciones de diciembre en Andalucía, los resultados propiciaron la posibilidad de un Gobierno del PP con el apoyo necesario de Ciudadanos y Vox, enseguida se encendieron las alarmas antifascistas. Por lo menos, unas cuantas. Nunca se había dado una circunstancia similar y nunca había pasado que un partido con un programa y un ideario definitivamente ultra se convirtiera en una muleta útil e imprescindible. Hubo quienes clamaron al cielo porque tal cosa no se podía admitir y recordaban que, en casos similares, la derecha conservadora (y sobre todo la liberal y la izquierda institucional) había hecho prevalecer los valores democráticos por encima del interés partidista. El caso emblemático fue la renuncia a la particularidad ideológica (aquellas narices progresistas tapadas con una pinza, en la famosa segunda vuelta francesa del 2002 entre Chirac y Le Pen) en pro de la virtud republicana.

En Andalucía, no. Se admitía el colaboracionismo, en suma, con muy tenues discrepancias. Lo que pasa ahora en Madrid, en el ayuntamiento y en la comunidad, es que ese antecedente se naturaliza sin barreras. Es decir, la extrema derecha ya forma parte del medio natural, se ha aclimatado, sin aspavientos. Ciudadanos abandona definitivamente la careta liberal y el PP celebra la victoria porque sabe que Vox forma parte del mismo ecosistema. Solo ha hecho falta un semestre para alcanzar esta cima de la indignidad política.