La familia Recasens vive el día de votación de una forma especial. Liturgias y precedencias marcan la pauta de la jornada electoral. Marido y mujer liman asperezas. O quizá no.
-- ¿Tú a qué hora vas a votar, guapa?
-- A la que sea, pero vamos por separado, que tú eres un exhibicionista del voto, guapote.
-- No exageres. Tengo derecho a coger la papeleta como yo quiera.
-- Por eso…que vamos por separado. Además de que no estamos de acuerdo políticamente, no tengo que aguantar que enseñes la papeleta como quien le muestra el gordo al notario. ¡Hombres!
-- Pero ¿tanto te importa el qué dirán?
-- No, si ya lo dicen. Dicen que te gusta tocar las narices. La gente vota con discreción.
-- Pero yo no… ¿Qué mal hay en enseñar la papeleta?... Te avergüenzas de que no vote lo mismo que tú, eso es lo que te pasa.
-- Mira, los Trepat del tercero segunda están de compromisarios y luego lo cuentan todo. Tienes fama de provocador. No me gusta que la gente comente lo que votamos y si votamos o no al mismo partido.
-- Pues vota al mío. ¡Atrévete mujer!
-- Antes muerta, ya lo sabes.
-- Bueno pues vamos a votar por separado.
-- Sí, pero yo primera. No quiero ir después de tu show.
-- Pues yo voy ahora.
-- Pues yo no iré.
-- ¡Bravo! Un voto menos de los tuyos.
-- Que te crees tú eso, amigo… Iré a última hora de la tarde con las de la botiga.
-- Disfrázate para que no te asocien conmigo, querida.
-- No sufras, has hecho tal bajón, que igual no te conocen. Por cierto, querido, las niñas votarán mi opción.
-- No te fíes, a mí me han dicho que votarían la mía. Mira tú por dónde. Por cierto, que he convencido al portero de votar a los míos.
-- Juego sucio marido mío, juego sucio. La portería es tierra de nadie.
-- Era tierra de nadie… Esto ya es “sálvese quien pueda”.
-- Pues que sepas que la farmacéutica se lo ha pensado y vota mi opción.
-- Claro… Con el gasto de cosméticos que le haces, le has comprado el voto. No te digo.
-- Pero pregunto, ¿un año de estos no podríamos votar lo mismo? Por preguntar, digo.
-- Si tu votas lo mismo que yo sí.
-- No, en serio, los Aguiló, los Badia y los Cardellach votan lo mismo marido y mujer, y a mí me parece bonito. No sé cómo decirte.
-- Ahora resulta que las parejas tienen que votar lo mismo… ¡Qué romántico! Si ya votas lo mismo que tu señora madre, no sé qué más quieres.
-- Por cierto, maridito, después de votar no te olvides de ir a por el tortellet a la pastelería. Ya está encargado.
-- Mira por donde querida, en lo del tortellet sí que coincidimos. Creo que estamos unidos por la crema y la pasta fullada.
--Pasta de full... se dice pasta de full. No seas basto.
Juntos, separados, revueltos, peleados y ajetreados, todos a votar. Los que quieran, vamos.