Al contrataque

La familia, el voto y el 'tortellet'

Juntos, separados, revueltos, peleados y ajetreados, todos a votar. Los que quieran, vamos

Urnas y papeletas de unas elecciones autonómicas. / Julio Carbó

La familia Recasens vive el día de votación de una forma especial. Liturgias y precedencias marcan la pauta de la jornada electoral. Marido y mujer liman asperezas. O quizá no.

-- ¿Tú a qué hora vas a votar, guapa?

-- A la que sea, pero vamos por separado, que tú eres un exhibicionista del voto, guapote.

-- No exageres. Tengo derecho a coger la papeleta como yo quiera.

-- Por eso…que vamos por separado. Además de que no estamos de acuerdo políticamente, no tengo que aguantar que enseñes la papeleta como quien le muestra el gordo al notario. ¡Hombres!

-- Pero ¿tanto te importa el qué dirán?

-- No, si ya lo dicen. Dicen que te gusta tocar las narices. La gente vota con discreción.

-- Pero yo no… ¿Qué mal hay en enseñar la papeleta?... Te avergüenzas de que no vote lo mismo que tú, eso es lo que te pasa.

-- Mira, los Trepat del tercero segunda están de compromisarios y luego lo cuentan todo. Tienes fama de provocador. No me gusta que la gente comente lo que votamos y si votamos o no al mismo partido.

-- Pues vota al mío. ¡Atrévete mujer!

-- Antes muerta, ya lo sabes.

-- Bueno pues vamos a votar por separado.

-- Sí, pero yo primera. No quiero ir después de tu show.

-- Pues yo voy ahora.

-- Pues yo no iré.

-- ¡Bravo! Un voto menos de los tuyos.

-- Que te crees tú eso, amigo… Iré a última hora de la tarde con las de la botiga.

-- Disfrázate para que no te asocien conmigo, querida.

-- No sufras, has hecho tal bajón, que igual no te conocen. Por cierto, querido, las niñas votarán mi opción.

-- No te fíes, a mí me han dicho que votarían la mía. Mira tú por dónde.  Por cierto, que he convencido al portero de votar a los míos.

-- Juego sucio marido mío, juego sucio. La portería es tierra de nadie.

-- Era tierra de nadie… Esto ya es “sálvese quien pueda”.

-- Pues que sepas que la farmacéutica se lo ha pensado y vota mi opción.

-- Claro… Con el gasto de cosméticos que le haces, le has comprado el voto. No te digo.

-- Pero pregunto, ¿un año de estos no podríamos votar lo mismo? Por preguntar, digo.

-- Si tu votas lo mismo que yo sí.

-- No, en serio, los Aguiló, los Badia  y los Cardellach votan lo mismo marido y mujer, y a mí me parece bonito. No sé cómo decirte.

-- Ahora resulta que las parejas tienen que votar lo mismo… ¡Qué romántico!  Si ya votas lo mismo que tu señora madre, no sé qué más quieres.

-- Por cierto, maridito, después de votar no te olvides de ir a por el tortellet a la pastelería. Ya está encargado.

-- Mira por donde querida, en lo del tortellet sí que coincidimos. Creo que estamos unidos por la crema y la pasta fullada.

--Pasta de full... se dice pasta de full. No seas basto.

Juntos, separados, revueltos, peleados y ajetreados, todos a votar.  Los que quieran, vamos.