Editorial

Theresa May tira la toalla

Los nombres que se barajan para suceder a la 'premier' no ofrecen ninguna garantía para una salida ordenada de la Unión Europea por parte del Reino Unido

La primera ministra británica, Theresa May, emocionada tras anunciar que dimitirá el próximo 7 de junio, cuando empezará el proceso para elegir a su sucesor como líder del Partido Conservador y jefe del Gobierno del Reino Unido. / NEIL HALL (EFE)

No por esperada resulta menos inquietante la dimisión de Theresa May y la lucha por el poder sin concesiones abierta en el seno del Partido Conservador para ocupar su puesto al frente del Gobierno británico, lo que es tanto como decir para pilotar el 'brexit' hasta su consumación. Sometida a la presión sin tregua del ala dura de los 'tories', quizá May haya engrosado la lista de primeros ministros menos resolutivos, pero acaso nadie en su puesto haya tenido que sufrir tantas andanadas de fuego amigo. Lo peor para la resolución del 'brexit' es que los nombres que se barajan para suceder a May no ofrecen ninguna garantía para una salida ordenada de la Unión Europea.

Ninguno de los aspirantes parece interesado en un divorcio amistoso y todos ellos fueron muy activos a la hora de evitar la aprobación por la Cámara de los Comunes del acuerdo cerrado por May en Bruselas, con Boris Johnson, el gran favorito en las encuestas para suceder a la 'premier', al frente del griterío. Y es de prever una mayor radicalización en las semanas que precederán al relevo en Downing Street porque si para May era preferible «un 'brexit' sin acuerdo a un mal acuerdo», para quienes se fajarán en la pelea, todo acuerdo es sinónimo de sumisión y la inercia del momento excluye las opciones menos estridentes. Solo si saltan de veras las alarmas en la City cabe esperar que de aquí al 31 de octubre se imponga alguna forma realista de salida sin daños irreparables para la UE y para el Reino Unido