La doble vuelta electoral de esta primavera está creando marcos políticos de enorme trascendencia. El tiempo que viene seguirá marcado por la crisis catalana, el trance más afilado y alarmante de la democracia española desde la intentona golpista de 1981. Catalunya seguirá siendo el gran asunto, pero nada se anuncia ya igual que antes: ni el abordaje, ni la gestión, ni la acción, ni la reacción.
A falta de la segunda vuelta en las urnas, el perímetro del nuevo escenario resulta de la combinación de múltiples y novedosos vectores políticos. Resurrección de la socialdemocracia en EspañaResurrección de la socialdemocracia tras la década posterior a la Gran Depresión. Honda fragmentación de la derecha por primera vez desde el ocaso de UCD/CDS. Hundimiento del otrora todopoderoso PPPP. Irrupción institucional de la extrema derecha, aunque con menor intensidad que en el contexto europeo. Incremento de la influencia de España en el núcleo europeísta continental y, de forma muy especial, en la familia socialista europea.
Más vectores que confluyen en el nuevo perímetro español. Victoria inapelable en primera vuelta de ERC sobre la neo/posconvergencia. Afianzamiento de la ventaja republicana en la larga guerra por el trono del nacionalismo catalán, aún pendiente de una segunda vuelta marcada por el gran duelo en el OK Corral independentistaOK Corral: Junqueras y Puigdemont, frente a frente al caer la tarde. Pérdida de influencia del nacionalismo catalán en el Congreso. Los nacionalistas vascos, hoy ajenos al aventurerismo, se adueñan del poder de influencia de sus homólogos catalanes en la política española.
Las batallas de Barcelona y Madrid
Otros vectores completarán el marco en los próximos días y meses. La batalla de Barcelona, donde Collboni se acerca veloz a los favoritos, Maragall y Colau. El doble combate de Madrid entre izquierda y derecha por el ayuntamiento y la Comunidad. La sentencia del juicio del 1-O en el Tribunal Supremo. La culminación de la contienda ERC-JxCat en unas elecciones autonómicas. Y la sutura o el desgarro entre las almas irredenta y realista del PDECat.
Este es el terreno de juego de la nueva época.