Ni la nueva política es nueva, ni la dialéctica derecha-izquierda yace sepultada en la fosa soviética. La propaganda ama las sentencias absolutas..., tan absolutas como capciosas.
La política puede ser muchas cosas: honesta, injusta, opresora, liberadora, responsable, depredadora…, pero, ¿nueva o vieja? ¿Acaso indica algo esta clasificación en relación al bienestar o el sufrimiento social? No indica nada.
La nueva política es política a secas, tan sublime o tan abyecta. Las heridas de la Gran Recesión y la consiguiente zozobra del sistema bipartidista impulsaron los grandes sueños de Podemos, en la izquierda, y Ciudadanos, en la derecha. Eran partidos jóvenes y participaban de esa pasión inalienable de la juventud que te hace sentir único, inmortal. Dueño de un destino invencible.
La orgía de la crisis
En pocos lavados, el apresto se desvanece. La ascensión de Podemos fue fruto de la gran decepción de las clases populares por la sumisión de la socialdemocracia a la orgía de los poderes económicos durante la crisis. Y su retroceso se debe a la corrección de la coyuntura económica y a errores estratégicos de bulto, como haber posibilitado el segundo mandato de Rajoy o la guerra intestina de los morados. Otra historia de decepción.
Hoy, un Iglesias más templado y profesoral que nuncaIglesias intenta corregir in extremis el tiro a golpe de moderación y de guiños de complicidad con Sánchez, el favorito.
Nacionalismo feroz
Hace solo un año, Ciudadanos acariciaba la presidencia del Gobierno con una propuesta liberal reformista, alejada de los extremos excepto en su feroz nacionalismo reuniformizador, martillo de diversidades. La sagaz osadía de Sánchez con la moción de censura que derribó a Rajoy dejó a Rivera con el paso cambiado. Los naranjas aún no han hallado el modo de sobreponerse. Desde entonces, acumulan errores tácticos y estratégicos: denuncias de pucherazos en las primarias, confluencia en Andalucía con el PP de Casado y la extrema derecha, exhibición con los mismos compañeros en Colón, abandono del centro, mimetización derechista.
Hoy, un Rivera más exasperado que nunca intenta no ser engullido por la derecha clásica y su escisión ultramontana. De nuevo la historia de una decepción.