Dos miradas

Memoria y deseo

Empieza la campaña electoral, que promete unos días con tonos airados y agresivos, en el límite de lo que pueden resistir las junturas de las articulaciones democráticas

Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Santiago Abascal. 

Empieza una campaña electoral que no había terminado nunca, que hace meses y años que arrastramos, pues. Esta vez, sin embargo, con novedades bastante interesantes (e inquietantes) para analizar. Una campaña que, a nivel de todo el Estado, se presenta como un combate de dos Españas que puede acabar con un frente progresista, con una alianza derechista o con una extraña coalición, a pesar de las promesas, entre el PSOE y Ciudadanos. Serán unas elecciones que, a estas alturas, cada día más, se plantean en términos de altísima virulencia verbal, con exabruptos muy notables y con salidas de tono que no parece que se hayan de calmar. Las amenazas de una centralización y de la penalización de la diversidad cultural, con un rearme ideológico que está en la frontera de la inconstitucionalidad (la defensa de un 155 permanente, por ejemplo, es un colosal afrenta a la Carta Magna, o el rechazo a la inmersión lingüística, o el desprecio tácito y explícito a una simple "particularidad") están sobre la mesa y prometen unos días con tonos airados y agresivos, en el límite de lo que pueden resistir las junturas de las articulaciones democráticas.

Empieza una campaña electoral con candidatos en la cárcel y con voluntades concluyentes en contra del diálogo y de la resolución política del conflicto catalán. No serán días agradables. Abril es -lo decía Eliot, un poeta- el mes más cruel. Se mezcla, aquí, la memoria del odio con el deseo del entendimiento civilizado.