IDEAS

Volver, llorar o traducir

La cantante y autora Christina Rosenvinge.

Durante años pensé que la letra decía: "Te quiero pero no voy a volver". Recuerdo perfectamente el día que la escuché por primera vez porque en la adolescencia siempre recuerdas perfectamente la primera vez que escuchas una canción que te habla a ti, solamente a ti -o eso sientes-. Estaba en un local llamado Antimoni, en el pueblo dónde veraneaba, y todo a mi alrededor olía a chupito de melocotón. "Te quiero pero no voy a volver", gritó una voz con rabia de los altavoces, y de repente, toda la angustia existencial cobró sentido. Tardé casi 10 años, y solo gracias a la aparición de internet, en dilucidar que lo que en realidad decía era "te quiero pero no voy a llorar", y, claro, eso era una cosa muy diferente, pero es que llorar y volver, en inglés, riman parecido, especialmente si el cantante no vocaliza mucho.

Hablando de internet: lo primero que hice cuando mi padre me enseñó a conectar un modem fue buscar las letras del disco 'Rid of me' de PJ Harvey. Lo traduje entero, para ver si descubría lo que la música encriptaba. Por supuesto, no lo logré.

Años después, me rompí la cabeza intentando traducir -esta vez a cambio de dinero- la letra de 'Cocaine Socialism', de Pulp. Descubrí que las rimas de Jarvis Cocker más usadas eran con las palabras 'madre', 'hermano' y 'amante'. Intenté que tradujeran el título por 'coche', 'noche' y 'fantoche'. No coló. También descubrí que el muy granuja usa palabras homónimas sin parar.

Casi nada te prepara para conocer el por qué y el cómo de unas letras que has repetido hasta la saciedad. Su significado original nunca satisface, porque las has hecho tuyas. Es por eso que un cancionero y sus razones pueden parecer impúdicos. A menos que cuente una historia. A menos que cuente una vida. Si explica la soledad, el laberinto que implica dedicarse a componer. Si se abre en canal, si da un ovillo de razones. Si relata el hastío, el miedo, la esperanza. Todo eso aparece en el excelente 'Debut', de Christina Rosenvinge. Para el resto nos queda volver, llorar o traducir. Que no es poco.