Editorial

Toreo clandestino para turistas

Ni quienes defienden la tauromaquia pueden argumentar que montajes de este tipo tengan algo que ver con la cultura ni la tradición

Espectáculo taurino en Alfara de Carles.

Desde 2012, cuando entró en vigencia la ley aprobada por el Parlament en 2010, no se han llevado a cabo corridas de toros en Catalunya, si bien es cierto que se han seguido organizando 'correbous' o 'toros de foc', en el marco de celebraciones populares especialmente en las Terres de l’Ebre, dentro de la ley pero con una amplia contestación de las entidades animalistas y frecuentes enfrentamientos entre sus defensores y los que los critican por maltrato animal. El Tribunal Constitucional anuló en 2016 la citada ley catalana por invasión de competencias estatales, pero desde entonces tampoco ha habido espectáculos taurinos con muerte del animal en Catalunya, sea porque ciudades con plaza (Olot o Barcelona) se declararon en su día antitaurinas, por la aplicación de reglamentos sanitarios o normativas municipales contra el maltrato, por la tensión de la situación política o porque, sencillamente, la afición local al toreo se ha desvanecido.   

La denuncia de las exhibiciones promocionadas como corridas para turistas adinerados destapa ahora un negocio clandestino que contraviene la jurisprudencia sobre las tientas realizadas en público, con la aquiescencia del ayuntamiento de Alfara de Carles. El tentadero es una actividad que según la ley debería limitarse a un entorno protegido y no puede ser comercializada como espectáculo. Más allá del debate sobre la tauromaquia, lo cierto es que montajes de este tipo nada tienen que ver con la cultura o la tradición, sino con un negocio basado en la violencia contra los animales que debe ser denunciado.