Doble infanticidio

Los hombres que no amaban a los niños

En Godella erraron los servicios sociales que no reaccionaron ante los repetidos signos de riesgo. Estamos fallando como sociedad

Patrullas de búsqueda en los alrededores de la casa donde residía la familia, la tarde en la que se buscaba a los menores / MIGUEL LORENZO

El niño dejó de acudir a clase hacía un mes.  Los servicios sociales deberían haber intervenido desde la primera falta de asistencia sin justificar. No lo hicieron.  Esos mismos servicios habían abierto un expediente debido a los problemas mentales de los progenitores y la desatención hacia los menores. No se intervino, Los vecinos habían alertado de que de los niños iban sucios a niveles llamativos. No se intervino.  Los padres consumían droga, lo cual hubiera debido dar lugar inmediatamente a una intervención urgente. No se intervino.

Los niños estaban en dos fosas separadas, presentaban evidentes signos de violencia. Todo porque los servicios sociales fallaron.

La inversión en servicios sociales en España estuvo bajo mínimos cuando más necesarios era en los peores años de la crisis (en 2013 tocó suelo, con 14.874 millones de euros). La Comunidad Valenciana, precisamente, está a la cola en inversión y número de intervenciones

Los servicios sociales se han convertido en meros gestores de ayudas económicas, como inspectores de los pobres, pero fallan estrepitosamente, porque no hay dinero, ni formación, ni se escucha a los menores. Ya he escrito en numerosas ocasiones sobre cómo Save the Children ha alertado de que España no dispone del protocolo mínimo para ayudar a los menores maltratados, víctimas de delitos más graves y más violentos que los adultos. Y, sin embargo, las actuaciones de las Administraciones para su prevención y erradicación son prácticamente nulas.

Los asesinatos de Godella demuestra, por enésima vez que es necesario aprobar una Ley Integral contra la Violencia contra la infancia que incluya la prevención, la sensibilización y la formación de profesionales, y dote de los mecanismos de denuncia adecuados.

A pesar de que todos los grupos políticos han reconocido la importancia del tema, a pesar de que la ley ha llegado a ser un anteproyecto, nunca llegó a ver la luz. Por eso, el asesinato de estos niños es nuestra culpa. De todos. Estamos fallando estrepitosamente como sociedad. ¿Cuantos más menores asesinados debe haber para que nos demos cuenta?