Dos miradas

Jauría

Los menores inmigrantes no acompañados son niños que viven a tientas, temerosos ante las oleadas de hostilidad

 Lamia de la Asociacion Ex-Menas lee un comunicado durante la concentración de rechazo al ataque de El Gantxo / ÀNGEL GARCIA

La manera como Adela Camí -responsable de Eduvic, una cooperativa de trabajo social- describía las escenas de este fin de semana en la casa de colonias El Ganxo, de Castelldefels, era escalofriante. describía las escenas de este fin de semana en la casa de colonias El Ganxo, de Castelldefels, era escalofriante.Con calma, pero aún con la desazón de haber pasado momentos ciertamente críticos, la educadora dibujaba un panorama de violencia sin freno, de mobiliario destrozado, de piedras lanzadas con desazón, de jauría desatada. Y ella, que miraba de entrar en razón con los acosadores del centro, les decía: "Son niños, simplemente son de otro país". Y se quejaba después con amargura: "Es una sociedad enferma de xenofobia".

Como ha declarado el consejero Chakir El Homrani, no se pueden "edulcorar unos hechos gravísimos" y no se puede restringir la trascendencia de los ataques a "una pelea entre chicos", como ha defendido el ayuntamiento. Es racismo en su expresión más burda, más intensa, más irracional. Y, como también ha destacado el titular de Treball, Afers Socials i Famílies, hemos llegado aquí en parte porque la etiqueta 'mMena' ha servido "para deshumanizar a estos chicos". Es una descripción que en principio parece aséptica y que solo dibuja un estado administrativo temporal. En la práctica, sin embargo, los estigmatiza y los conduce a un limbo donde reciben el embate del odio, a la espera de un desamparo futuro que no será sino un pozo fangoso. Son niños, como recordaba Adela Camí. Niños que viven a tientas, temerosos ante las oleadas de hostilidad.