Al contrataque

El cinismo de Otegi

Poco constructiva es cualquier defensa del diálogo cuando, para este individuo, sigue habiendo distinción entre 'los nuestros' y 'los otros'

zentauroepp37071759 barcelona 27 01 2017 la via vasca arnaldo otegi en la sala190305144503 / FERRAN SENDRA

Arnaldo Otegi es una persona que participó de las amenazas que públicamente hacía la izquierda aberzale y que después, tenían consecuencias a través de la banda terrorista ETA. Con el paso del tiempo, y arrastrado por la ola social de condena, se nos apareció como aquel que había luchado internamente por la disolución de la organización. Que no digo que no, pero desde luego una cosa medio positiva no puede borrar de un plumazo todas las cosas malas que en su día justificó y amparó.

Hace unos días, en un programa de TV-3, el entrevistador le lanzó la siguiente pregunta: "¿Hacen falta más Ernest Lluch en la política española?" El dirigente aberzale respondió: "Sí, en la medida que él defendía el diálogo como el método para resolver los problemas políticos. Lo hizo en nuestro caso. Ahora mismo aportaría racionalidad al actual contexto". Los que se empeñan en trazar paralelismos entre la situación que se vivió en el País Vasco y cualquier otra de las que vivimos actualmente, sabrán por qué lo hacen. Allá ellos.

A Lluch lo mató ETA en el año 2000. Le pegaron dos tiros en el garaje de su casa. Un año antes, en un mitin en San Sebastián, miembros de la izquierda aberzale intentaron boicotearle y él se enfrentó abiertamente a ellos, aplaudiendo que protestaran con la palabra y no con las armas. Toda conversión es bienvenida, pero Arnaldo Otegi no puede opinar como si él fuera un testigo inocente de la historia. Es innegable que habla con conocimiento de causa. Pocos mejor que él saben de nuestra reciente historia sangrienta.

Sin embargo, le faltó valentía, para variar. Oiga usted, tenga los arrestos de decir que en los peores momentos de las últimas décadas, los suyos ponían bombas al diálogo, mataban para resolver problemas políticos, que incluso usted formó parte del tinglado, que se arrepiente y que, efectivamente, considera ahora que el diálogo es un valor, que ojalá se hubiera dado cuenta antes y que si la gente como usted hubiera aportado racionalidad (ya eran mayorcitos para hacerlo) muchas personas inocentes seguirían vivas.

Es que todo lo que no sea acompañar de humildad y autocrítica pronunciamientos de este tipo, que son bienvenidos, provoca estupor, indignación y rabia. Porque, además, Otegi añadió en TV-3: "Es la posición constructiva (...). Es la actitud que los gobiernos y los políticos deberían tener". Unos días antes elogió al recientemente fallecido Xavier Arzalluz: "Era uno de los nuestros". Claro, a los otros los mataba ETA. Poco constructiva es cualquier defensa del diálogo cuando, para este individuo, sigue habiendo distinción entre los nuestros y los otros. No se me ocurre peor plan que dejar un epitafio en manos de Otegi.