ANÁLISIS

Florentino se rejuvenece con el Madrid

Brahim Díaz posa junto a Florentino Pérez en el palco del Bernabéu. / GETTY IMAGES

Resulta bastante patético el proceso de rejuvenecimiento del Madrid que intenta Florentino, al que las fotografías retratan ya como un abuelo algo arrugadito y a juego con ese primer equipo que se le ha hecho tan mayor. Le han entrado prisas por incorporar a todo lo suyo carne joven e inyecciones de sangre fresca. Pero, cosas de la edad, le falla la vista y lo hace un poco al tuntún. En esos fichajes no parece atender a ningún plan previo de posibles posiciones complementarias de los recién llegados ni de idoneidad en relación al estilo de juego que los socios desean que practique su Madrid.

En cualquier caso no era nada convincente la sonrisa que exhibía Floren cuando presentó a Brahim como gran fichaje, ahora que no consigue traer como hacía antes a lo mejor del mercado. Nunca se sabe y Brahim igual acaba siendo un Pelé blanco (ahora que Asensio ha dejado de apuntar a ser eso y a ser el próximo Balón de Oro). Pero no es probable. ¡Bueno es  Guardiola para dejarse picar en el City a una promesa de verdad!  Brahim en Manchester era un reserva de los reservas. Presentarlo como gran fichaje refleja la nueva dimensión del Madrid, esa que le lleva a soñar que ganar ese título de costellada llamado Mundialito le convierte en el mejor equipo del planeta. O que eliminar al Leganés en Copa, perdiendo en el partido de vuelta, pone punto final a una crisis de baja calidad en el juego que dura (pese a  los múltiples títulos, que eso si los consigue el Real) muchos años.

Vinicius besa el escudo en el Real Madrid-Valladolid. / JAVIER SORIANO (AFP)

Floren a quien deseaba presentar era a Neymar, Hazard Lewandoski. Pero ahora tras el repique de sus  tambores mediáticos salen de su chistera Ceballos, Vallejo, Valverde o un tal Cristo... Y Vinicius. Su gran apuesta debe recordarle subliminalmente los años en que el día del Domund los niños decentes como él salían a la calle para recoger dinero -sí, antes de las plataformas petrolíferas ya había gente que conseguía hacerse con dinero de los demás- para que criaturas como Vinicius, ¡oh cruzada de la Santa Infancia!, recibiesen algo, aunque a veces lo que les llegaba eran las bolas de papel de plata del chocolate que me pedían a mí. Vinicius, una especie de armario de ébano con puertas repintadas de blanco, ha empezado bien. Es la gran ilusión actual del Bernabéu porque contrasta con los declives físicos de Módric, Ramos, Marcelo y Kroos.

El rejuvenecimiento masivo y apresurado del Madrid no parece deberse al deseo de conseguir inmediatamente un equipo que juegue al fútbol tan bien como el Barça ya que este presidente busca sólo ganar, que no es lo mismo. Forma parte del frenesí de Floren para que se paren todos los relojes. Son cosas de la vida, otros cuando llega la veteranía se tiñen el pelo a colores, o se ponen tejanos estrechos con las rodillas deshilachadas, o salen con 'bollycaos' carísimos, o comen muchas criadillas. Él en cambio ficha a menores.

Di Stéfano, Messi

En su mente hay una ilusión secreta. Quizá dentro de ese aluvión de imberbes le llega por casualidad el nuevo Messi. Es el mismo sueño de aquella gente del Bernabéu que, apretujada en las gradas y sin participar en los repartos de beneficios que hay en el palco, añora a Cristiano, desea títulos y, si puede ser, que le traigan al futuro Messi. Como sea. Como lo que hizo Santiago Bernabéu con Di Stéfano. Que no escape ni siquiera si quien tiene los derechos federativos es el Barça. La tele suele recoger un plano precioso en campo del Madrid: toda una gradería uniformada con camisetas y pantalones blancos -como una exhibición de ropa interior de la de antes- agitándose. Cada vez que veo eso imagino a esos hinchas pidiéndole al 'Ser Superior' que les traiga un Messi.

En fin, hay supuestos rejuvenecimientos que saben a viejos. En España lo sabemos, especialmente después de la modernización que hemos visto en Andalucía.