El nuevo año nació con dos debates supuestamente frívolos sobre apariencias. El ‘menos es más’ de Cristina Pedroche y la palidez de Miguel Bosé. El primer debate ya nos lo conocemos: en pro de la libertad individual de la presentadora de lucir toda la piel que ella desee, se aplaude que una cadena televisiva ofrezca una versión sexy de ‘La bella y la bestia’, colocando a una mujer en bikini en plena noche invernal junto a un hombre en esmoquin. El programa desnuda algo más que la piel, es toda una proclama a favor de una determinada representación de los cuerpos para que no se nos olvide en este 2019. El caso de Bosé tiene su miga. El cantante se animó a felicitar el año con un vídeo en el que aparecía un primer plano de un hombre de 62 años de pelo canoso, entradas generosas y un tono de piel algo pálido. Es decir, lo que es. Pero la realidad despertó las especulaciones sobre una supuesta enfermedad. El artista que se atrevió a jugar con la androginia cuando este país estaba cubierto de caspa no parece preocupado por el revuelo, pero no deja de ser un ejemplo ilustrativo.

Cuerpos bellos -espectacular si eres mujer- y jóvenes. Así nos queremos, así nos soñamos y así nos valoramos. Una dictadura de obsolescencia que, de tan asumida, parece que elegimos. Después, cuando las personas mayores de 50 años son expulsadas del mercado laboral y no encuentran una puerta que se les abra, conviene recordar que nada es casual.