LA CLAVE

¡Uy, lo que han dicho los de Vox!

El primer paso para derrotar a la extrema derecha tal vez sea no minusvalorarlos, ridiculizarlos y seguir su juego

Santiago Abascal de Vox espera que PP y Cs muevan ficha. / JORGE GUERRERO / AFP

Zambullirse en la cuenta oficial de Twitter de Vox es un ejercicio que deberían llevar a cabo aquellos que aún no entiendan de qué va el asunto: tuits oficiales, duros, claros, beligerantes y sin tapujos, y retuits entre los que abundan medios como OK Diario, Libertad Digital, esRadio y cuentas anónimas. Son estos retuits muy significativos, la forma con la que se esparce ideología  sin tomarla como propia, al fin y al cabo el partido solo lo retuitea, no lo  escribe.

Nada nuevo, por otra parte, el modelo Trump de comunicación política es un modelo de éxito, como bien sabe Steve Bannon cuando lo exporta por Europa. La receta es conocida y eficaz, y después de que PP y Ciudadanos coquetearan con ella, Vox la sublima: guerra (ideológica y cultural) sin cuartel a los «progres» (en Estados Unidos son los liberals). Cuanto más gorda se diga, mejor, más indignación genera, más ruido en los medios, más rasgaduras de vestiduras y, por tanto, más eco.  En la era de las redes sociales como barra de bar global, se premia al bocazas, al que la tiene dialécticamente más larga, a quien lo dice más alto y más claro, al que más y mejor exagera. Sucede con los followers de las redes, sucede en las audiencias de los medios, sucede en las taquillas del cine, no hay motivo para que no suceda en las urnas. ¿O es que creímos que años vertedero catódico, de sálvames, Federicos por la mañana y Mississippis y pelícanos por la noche no iban a pagar factura?

Superioridad intelectual

Fuera del timeline de Vox, de sus retuits y sus grupos de whatsapp, su advenimiento genera perplejidad. ¿Cómo es posible? Se culpa a sus votantes, se culpa a la izquierda por divisiva e intolerante con el pobre hombre blanco de mediana edad, como si hablar de derechos y libertades pudiera ser regulable. Se culpa a diestra y siniestra, desde una posición no ya de superioridad moral, sino intelectual. Son los rednecks en EEUU; son los catetos en España.  ¿Cómo pueden convencer, no ya vencer, si no son sofisticados? ¿Si son más simples y primitivos que un arado?

El primer paso para derrotar a Vox tal vez sea no minusvalorarlos. Serán de extrema derecha, pero no son tontos. Escribe Abascal en su twitter: «Los insultos, las descalificaciones, los cordones sanitarios.... Son, cada vez más, una acicate para que una España repleta de orgullo, de esperanza y de sentido común, apoye a VOX». No solo tiene razón. Tiene un plan, una estrategia y muchas ideas tácticas. Es decir, todo lo que no tienen quienes se le oponen, instalados en el virtuoso e inoperante ¡Uy, lo que han dicho los de Vox!. Por llamarles fachas no van a desaparecer, al fin y al cabo hace años que se tilda de facha casi a todo lo que se mueve, sea verdad o no.  Al contrario, ese es su juego.