OPINIÓN

A vueltas con la demagogia

La adquisición de Murillo refuerza la impresión popular, justa o no, de que Valverde desconfía de la cantera

Valverde, en el Camp Nou ante el Celta. / JORDI COTRINA

Ernesto Valverde, como la mayoría de los entrenadores, necesita sentirse seguro con lo que tiene a su disposición. Sus alineaciones raramente sorprenden. No altera por alterar. Es un técnico serio en el sentido más amplio. Lo fundamental es ganar. Y respecto a los jóvenes del filial, mejor despacito, muy despacito. Y, sin embargo, la adquisición de Jeison Murillo, vaya o no a funcionar, sirve tanto para reforzar la línea débil del equipo como para amarrar con clavos a la espalda del entrenador la impresión popular de que desconfía de la cantera. 

No es un bonito sambenito. El entorno azulgrana, o una porción considerable, tiene sed de futbolistas del plantel. De que se consolide Aleñá, de que suba y cumpla con las enormes expectativas que se han construido a su alrededor Riqui Puig, de que irrumpan los chicos que hemos visto crecer en Barça TV... No es nada personal. Los casos de Pedro Busquets, de Tercera a Primera de golpe, cimentaron desde entonces la idea en el imaginario culé de que a los chicos solo hay que ponerlos, plantarles ante el desafío y ver cómo reaccionan. De que esto es una cuestión de prueba y error constante.

¿Y Rabiot?

Un razonamiento que Valverde considerará demagógico e incluso irreal. O un riesgo excesivo a su deseo de éxito inmediato. "Si ganamos el entorno se queda tranquilo y como entrenador yo también", dijo ayer tras imponerse al Celta. El ruido verdadero son los resultados adversos, vino a decir de forma ajustada; lo otro, la cantera, es un picor constante que a unos les importunará más que a otros. Messi también satisface muchas necesidades identificativas con el equipo. 

A uno, por ejemplo, le turba más la probable llegada de Rabiot que la pasajera de Murillo. No parece aportar el centrocampista francés el valor excepcional que se le debería exigir a cualquier fichaje, no se le intuye nada que mejore sustancialmente lo que llega de abajo, ni ayuda al equilibrio ansiado de estrellas y canteranos. Es un debate eterno. Bueno que se pueda hacer con la paz de la victoria continuada.

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