Dos miradas

Vehículos

Vivimos en la ilusión de la solución definitiva mientras cruzamos los dedos con la esperanza de no estamparnos contra una pared

Los médicos de primaria este jueves en la Via Laietana, en el cuarto día de huelga. / JOAN CORTADELLAS

En un artículo de hace unos días, Antoni Puigverd comparaba la situación que vivimos estos días con la posibilidad de comprar un coche nuevo. Nos fiamos de este vehículo, que tiene que solucionar todos los desplazamientos y, mientras tanto, ya que el modelo no llega o no tenemos suficientes recursos para comprarlo, hay que conformarse con el coche viejo, que está a punto de dejarnos tirados en la carretera. Pero vivimos en la ilusión de la solución definitiva -más velocidad, más prestaciones, más seguridad- mientras el motor del otro renquea, los neumáticos están gastados y la dirección no responde. Y no vamos al mecánico, sino que cruzamos los dedos con la esperanza de no estamparnos contra una pared.

Las huelgas y protestas de la semana pasada -múltiples y diversas, reales- han tenido tantas lecturas como visiones políticas. El desastre de la sanidad, las restricciones en el sector público, las pornográficas tasas universitarias, solo se arreglarán cuando seamos independientes. Una. O son una maniobra para que los independentistas aprueben los Presupuestos. Dos. O nos hablan de la ineficacia de un Govern que vive en precario. Tres. O son la herencia de las restricciones de la derecha. Cuatro.

Pero están ahí. Y reflejan un malestar que galopa sin freno. Mientras seguimos sufriendo los batacazos, los hay que miran el escaparate del concesionario, hay quienes proponen un coche de segunda mano y los hay que preferirían que fuéramos en triciclo.