Una vez, hablando de su obra, la escritora Kathy Acker dijo: “Y al cabo de un tiempo te das cuenta de que la ficción se vuelve realidad”. Tenía 36 años, había nacido en Nueva York en 1947 y se había convertido en una de las voces dominantes de la escena punk de la ciudad. Cabeza rapada, tatuajes, cuero. Escribía poemas, novelas y ensayos en los que propugnaba la liberación del cuerpo desde un feminismo muy sexual, que surgía de su vida radical y provocadora. Tenía el espíritu rompedor de Burroughs, pero también se la relacionaba con la escena posmoderna: reescribía 'Grandes esperanzas' de Dickens en clave 'underground', o convertía a 'Don Quijote' en una mujer que recorría los bajos fondos de Londres o Nueva York en busca de el amor.

Kathy Acker murió en Tijuana a los 50 años, cuando buscaba terapias alternativas para combatir un cáncer terminal. Hay autores con una obra tan singular que esperan años hasta que los cambios sociales y las tendencias culturales les permiten reencontrar a sus lectores. Es el caso de la ficción autobiográfica de Lucia Berlin, por ejemplo, y debería ser el caso también del estilo 'destroyer' de Kathy Acker. Hay síntomas. Hace poco Olivia Laing ha publicado la novela 'Crudo', en la que parte de la figura de Acker para crear una ficción experimental sobre el presente desorientado y en caída libre en el que vivimos. Y hace un año la escritora Chris Kraus publicó una especie de biografía, 'After Kathy Acker'. “Acker mentía siempre”, escribe, “cuando la beneficiaba y cuando no”. Pero más que mentiras literales, concluye, eran un sistema de pensamiento mágico, y al fin y al cabo hacía lo mismo que todos los escritores: “Crearse un espacio desde donde escribir”.

Es este espacio personal el que ahora coincide con las ideas del feminismo actual, del movimiento MeToo o los estudios en torno al género y las transiciones de identidad. En 1987, la editorial Anagrama publicó dos novelas de Kathy Acker: 'Aborto en la escuela' y 'Don Quijote que fue un sueño' y en la contracubierta la definían como “feminista post-lacaniana”. Salieron en la colección 'Contraseñas', claro. Han pasado 30 años, pero parecen escritas pasado mañana.