Dos miradas

La trastienda

¿Qué hacemos con esos barrios que quisimos convertir en escaparate y que, cuando se apagan las luces, muestran unas entrañas sórdidas y hostiles?

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¿Qué hacemos con nuestras grandes ciudades? ¿Qué hacemos con esos barrios que quisimos convertir en escaparate y que, cuando se apagan las luces, muestran las entrañas de unas trastiendas sórdidas y hostiles? Y sí, hablamos de Barcelona, pero también de tantas ciudades del mundo. Barrios en proceso de degradación o ya degradados que se pusieron tan guapos que atraen a habitantes pudientes atraen a habitantes pudientes y turistas de paso y expulsan o derrotan a sus vecinos. ¿Hay alternativas?

Parece evidente que las ayudas a la vivienda son el eje en el que pivotan todas las soluciones. Desde ampliar el parque de viviendas sociales, controlar los alquileres, diseñar ayudas a los colectivos con más dificultades, establecer usos determinados por zonas… Medidas que solo pueden tirar adelante con un fuerte compromiso político y social. Pero, también, liberándonos de cierto derrotismo. A problemas muy diversos les hemos puesto la etiqueta de gentrificación y quizá estamos haciendo el monstruo tan grande que lo convertimos en algo prácticamente invencible. Tal vez deberíamos hablar de interés del capital y, frente a él, tener claro que solo las alianzas comprometidas con el bienestar de las personas pueden plantarle cara. Con una política capaz de escuchar a las comunidades vecinales y el activismo, pero también de crear complicidades con colectivos profesionales que miren más allá del escaparate. En la trastienda nos jugamos la paz social del futuro.

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