La mejor definición del terrible asesinato ("un completo fiasco") de Jamal Khashoggi en el consulado saudí de Estambul es de Donald TrumpDonald Trump. Dijo que "la idea original fue muy mala, la pusieron en práctica muy mal y el encubrimiento fue el peor en la historia de los encubrimientos". Me fascina, esta descripción de los hechos escabrosos que rodearon la muerte del periodista, una mezcla de una versión 'hard' de la filmografía de Tarantino y de una comedia negra de enredo, con aquel personaje que se disfraza de Khashoggi para que parezca que aquí no ha pasado nada. No dice que no se pueda hacer, sino que la puesta en escena es nefasta. No critica el argumento sino la fotografía, el escenario y los actores. Bajo la apariencia de un rechazo, justifica la barbaridad. Porque tal vez fue demasiado bárbara, demasiado evidente, demasiado cruel o demasiado indisimulada.
El premio al cinismo, de todos modos, es para Mohamed bin Salmán, que ha hablado de un "incidente injustificable" y que se ha hecho fotografiar con el hijo de Khashoggi, en una de las escenas más terroríficas del año. "Qué pena, lo siento, te acompaño en el sentimiento", dice el heredero, mientras el huérfano lo mira, asustado y rabioso, con ganas de huir de ahí. He recordado la escena de 'La Ilíada' en la que el rey Príamo implora a Aquiles por el cadáver de Héctor. Dice: "He soportado lo que ningún mortal había soportado antes: ¡he tenido que besar la mano del asesino de mis hijos!”.