Dos miradas

Bumerán

¿De veras creían los líderes independentistas que se puede llamar a la movilización continua sin que, en algún momento, estalle la ira?

Manifestantes en la puerta del Parlament en el aniversario del 1-O / FERRAN NADEU

Ni TV-3 podrá producir tanta azúcar como para almibarar una jornada que salió fea. Todas las promesas, todos los sueños, esa simpática superioridad que parecía bastar para conseguirlo todo y admirar al mundo se empañó con un asedio al Parlament que destilaba más hartazgo que sonrisas. Basta con leer los comentarios que provocan los tuits de Puigdemont para comprender que la principal herramienta del ‘procés’ se ha tornado bumerán.

En el documento #EnfoCATs (combinación de plan de márketing, manual revolucionario y yincana), ese que según el juez Llarena contiene indicios de los delitos investigados, se trazaba la estrategia para llegar a la independencia. El soporte social resultaba básico para lograr los objetivos y el plan especificaba cómo alentar la implicación ciudadana en cada momento. Los diferentes gobiernos del ‘procés’ se han encargado de gestionar la épica y han depositado en los ciudadanos la tarea de hacer todo lo demás. Sin ellos, el 1-O hubiera sido imposible. Ahora que la calle siente el poder en sus manos, la retórica vacía de Torra y Puigdemont suena a traición. Solo una combinación de ingenuidad política e ignorancia histórica puede habernos llevado hasta aquí. ¿De veras creían los líderes independentistas que se puede llamar a la movilización continua, a la desobediencia civil sin que, en algún momento, estalle la ira? Solo quien se arroga la superioridad moral colectiva puede creérselo.