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La tragedia de los Getty

John Paul Getty III, con su madre, Gail Harris, en Roma en 1973, tras su secuestro.  / AP / GIUSEPPE ANASTASI

En la selva de las series que ofrecen los múltiples canales de pago, da la impresión que ha pasado desapercibida 'Trust', la serie sobre las desdichas de la multimillonaria familia Getty, y en especial de John Paul Getty III (1956-2011). Creada por Simon Beaufoy y dirigida en parte por Danny Boyle, la estrenó FX y aquí la dan en HBO. Es posible, sin embargo, que haya quedado eclipsada por el estreno simultáneo de la película 'Todo el dinero del mundo', de Ridley Scott, y que también reconstruía el mismo episodio de los Getty. La tragedia es la siguiente: en 1973, John Paul Getty III -nieto del multimillonario del petróleo, y heredero del imperio- fue secuestrado por la Mafia italiana, quien pidió un rescate de 20 millones de dólares. Su abuelo, un hombre con el corazón de mármol y dominado por el instinto negociador, rehusó pagar el rescate, y alargó así un secuestro con varias fases de ofertas y contraofertas, incluyendo una oreja cortada. Indignada la Mafia amenazó con matar al chico, y al final solo se llevó cinco millones de dólares.

La serie sobre las desdichas de la multimillonaria familia creada por Simon Beaufoy cuenta con una realización modélica 

No sé cómo es la película de Ridley Scott, pero la serie cuenta con una realización modélica y un guion que sabe repartir el peso entre los secundarios. Más allá de Donald Sutherland, impresionante como magnate, sobresalen las figuras de la madre, el criado Bullimore, el mafioso violento y el negociador para la familia, un cowboy de Texas.

Una vez resuelto el secuestro, las peripecias del joven John Paul Getty III y sus flirteos con la droga darían para otra temporada, pero la cadena FX ha anunciado que la intención es ir atrás en el tiempo y centrarse en el ascenso del primer Getty y su imperio en los años 40. De hecho, en el último capítulo, los guionistas ya liquidan las opciones de futuro de una forma brillante. De repente, mirando directamente a cámara, el negociador nos hace saber que en la vida real todo tiene consecuencias, y que aquello no es una maldita película con final feliz. Entonces, mientras de fondo se ve la imagen del joven Getty en silla de ruedas, nos invita a saber más detalles y dice: “¡Búscalo en Google!”. Y acto seguido lo hacemos, claro que sí.

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