EDITORIAL

Cisma estratégico entre ERC y JxCat

El choque en el Parlament demuestra los puntos de vista diferentes en el independentismo respecto la desobediencia

Roger Torrent y José María Espejo-Saavedra, en el Parlament. / ACN / GUILLEM ROSET

La frase del diputado de Junts per Catalunya (JxCat) Albert Batet debería ser la guía con la que se analizan las acciones del movimiento político creado alrededor de la figura de Carles Puigdemont: “El objetivo de JxCat a en esta legislatura es proteger al máximo al 'president' Puigdemont”. Poco más hay que añadir, y a JxCat no se le puede acusar de incoherencia: el triste espectáculo en el Parlament de este miércoles y, de hecho, todo lo sucedido desde las elecciones del 21-D se puede entender a partir de esta frase: el objetivo de los diputados de JxCat —encabezados por el 'president' de la Generalitat, Quim Torra— es proteger (política, judicial e incluso económicamente) a Puigdemont. El resto (la cohesión del bloque independentista, la honorabilidad de instituciones como la Generalitat y el Parlament, la cohesión de la sociedad catalana, la rebaja de la tensión política…) es secundario ante este objetivo.

El choque entre ERC y JxCat a cuenta de la suspensión de los seis diputados acusados de rebelión por el juez Pablo Llarena alcanzó cotas preocupantes para el bloque independentista. Hubo palabras gruesas, acusaciones de mentir, una nueva demostración de que la confianza entre los supuesto socios es nula y el mensaje a la ciudadanía de que el Parlament y lo que allí se trata (al fin y al cabo, los asuntos que afectan a todos los ciudadanos) son secundarios ante el irredentismo, el estéril simbolismo y la supuesta y agotadora astucia que no lleva a ningún lado. El fondo del pleito en la Mesa del Parlament entre ERC y JxCat, siendo importante, es lo de menos: que JxCat no considera a Puigdemont un diputado como los demás (ni siquiera los otros presos) es obvio; que las relaciones de los republicanos con la guardia de corps de Puigdemont es nefasta es de sobras conocido.

Lo que resulta preocupante para el bloque independentista que da apoyo al Govern es el desacuerdo de fondo en un tema estratégico: desobedecer o no a las instituciones del Estado, en este caso al juez Llarena. La CUP lo tiene claro con su pureza radical, desde el inicio de la legislatura ERC quiere pasar página de la desobediencia y JxCat (al menos la parte que no procede del PDECat), como dijo Batet, tiene como objetivo proteger a Puigdemont. Actuar al albur de las necesidades de una sola persona es incompatible con pensar en el bien común desde legítimas posturas ideológicas, que es la responsabilidad de un diputado. Se llame como se llame.