PEQUEÑO OBSERVATORIO

Soy devoto de santa eficacia

La rutina es nuestra amiga, nos ahorra errores y dudas

Ambiente en la Rambla a las 13:30 horas. / JORDI CORTADELLAS

Mis pobres conocimientos de la Historia no me permiten asegurar qué sabio llamado Renan --ha habido más de uno-- es el autor de esta frase-consejo: "No negamos nada, no afirmamos nada. Esperamos."

Me quedo francamente abatido. Qué negación tan dura, y tan contraria, pienso, al temperamento humano. Nuestra existencia se basa en el uso habitual de afirmaciones y negaciones. Sin disponer de esta capacidad de contraposiciones, el lenguaje empobrecería y más lamentablemente aún, se allanaría la fuerza creativa y matizada del pensamiento.

"No negamos nada, no afirmamos nada ..." Yo no conozco cómo podría ser posible no comparar, opinar, afirmar, rechazar.

Comparación

La especie humana tiene una capacidad extraordinaria: la capacidad de comparación. Y la ponemos en marcha constantemente. Para que la comparación sea válida se exigen notables condiciones, la primera y fundamental es el dominio de la objetividad, que es una calidad difícil de conseguir.

Es frecuente decir, por ejemplo: "Me gusta más París que Londres". En este caso, y en muchos otros, está actuando nuestra subjetividad. Quizá por evitarlo, Renan se oponía a afirmar y negar nada ...

El hecho es que nuestra conducta está llena de afirmaciones y negaciones, y no solo cuando nos enfrentamos con problemas importantes sino también cuando vivimos las circunstancias más cotidianas. Voy a comer o espero. Me afeito ahora o primero leo el periódico.

Si Renan aconsejó que no afirmemos ni neguemos, nosotros somos mucho más modestos y ahorradores. Hemos cedido una parte del cerebro a la rutina. La rutina ha sido a menudo muy despreciada. Suerte tenemos de ella.

Cuántas veces decimos, sin levantar los ojos, "esto está aquí o eso está allí". La rutina es nuestra amiga, nos ahorra errores y dudas. Yo le soy un agradecido devoto. Se dice Santa Eficacia.