DOS MIRADAS

Subrayar

Las marcas en los libros son una guía de lectura y un mapa del tesoro que nos dicen cómo vivimos y qué amamos

Fragmento de la novela ’Cien años de soledad’, del fallecido escritor colombiano y premio Nobel, Gabriel García Márquez. / RICARDO MALDONADO ROZO (EFE)

Sería bueno saber, ahora que ya han pasado unos días desde el día de Sant Jordi, cuántos libros hemos leído. De los que compramos o nos regalaron, quiero decir. Y, sobre todo, cuántos de esos libros hemos subrayado. Es una obsesión que tengo. Saber si subrayamos los libros. Hay gente de todo tipo. Algunos lo encuentran abominable y para otros significa una relación de amor intensa, un hacerse suyo el contenido, la esencia del libro. Los libros son un objeto "que te hace compañía", como dijo hace años el poeta Comadira en el pregón de la Feria del Libro de Ocasión

Y resulta que los humanos estamos solos, y por eso nos refugiamos en esta "presencia objetual", la "conjunción perfecta entre inteligencia y sensualidad". Por eso hay quienes subrayamos. Yo soy uno de esos.

Lo que fuiste

Luego pasa que, con los años, hay libros que se olvidan y que, de repente, vuelven a aparecer sin saber cómo. Y los hojeas de nuevo y descubres, como Heráclito, que el río -aunque lo pueda parecer- ya no es el mismo y, sobre todo, que tú no eres la misma persona que destacó unos párrafos que ahora no son sino cápsulas de lo que fuiste y ya no eres.

La información que contienen esos subrayados nos indica que cada lector se acerca al libro de una manera singular. Son una guía de lectura y un mapa del tesoro que nos dicen cómo vivimos y qué amamos. Y también como hemos avanzado (o retrocedido, arrogantes) después de aquella primera epifanía.

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