Tal día como mañana, hace 100 años, Josep Pla escribía: "8 de marzo. Como hay tanta gripe, han tenido que clausurar la Universidad. Desde entonces, mi hermano y yo vivimos en casa, en Palafrugell, con la familia. Somos dos estudiantes ociosos". Ahora ya sabemos -gracias a los estudios de especialistas como los profesores Xavier Pla o Narcís Garolera, gracias a las consultas de los originales y a la reconstrucción del esfuerzo literario del escritor- que todo esto es mentira. Que aquel 8 de marzo no fue el inicio de un dietario escrito con la voluntad de serlo, es decir, reflejar solo, día a día, las cosas que sucedían y que le sucedían, sino que aquellos apuntes, dispersos, caóticos, caligrafiados con su letra minúscula y arisca, llenos de correcciones y añadidos, fueron el punto de partida de una obra magna, publicada 50 años después de la primera anotación. 'El quadern gris' no es un ejercicio de observación o una voluntad de anotar como pasan los días sino una maniobra artística -"la diabólica manía de escribir"- en la que la presencia del tiempo que se escurre se nos muestra como la verdadera protagonista de la ficción: hacer explícita esta presencia que no es corpórea y a la que solo accedemos a través del estilo.

Un día como mañana, un mítico 8 de marzo, volvemos a celebrar la fiesta literaria del colosal 'work in progress', como decía Xavier Pla. E incluso agradecemos a la gripe devastadora que fuera el detonante de la bomba.