DOS MIRADAS

Poeta que camina

Jordi Llavina acaba de publicar 'Ermita', un libro de 1.401 octosílabos que relata su ascensión a Sant Pere del Puig

Los beneficios de caminar

David Le Breton, el antropólogo francés, tiene un libro donde elogia el caminar. "Caminar sin fin", dice, "para no llegar a ninguna parte, por olvidar simplemente el paso del tiempo y el lento avance de la muerte". Jordi Llavina, el poeta catalán, lo ve de otra manera. Acaba de publicar 'Ermita', un libro de 1.401 octosílabos que relata su ascensión a Sant Pere del Puig. 

Lo digo de entrada: es una de las mejores poesías que he leído en mucho tiempo, una larga caminata, un "pensiero poetante", que, subiendo a la ermita, reparando "en cosas francamente pequeñas", logra dos hitos poéticos de nivel. El primero, mantener siempre el tono consistente, continuado y arrebatado de la voz del poeta que camina. El segundo, ofrecernos unos pensamientos que van ligados a lo que decía Roland Barthes: "es posible que caminar sea mitológicamente el gesto más trivial y, por tanto, el más humano". 

Excursiones

Los pasos del poeta, la reconstrucción de antiguas excursiones de niño y de joven, son la excusa para otras excursiones: sobre la vida, sobre el paso del tiempo, que no se olvida sino que se hace presente con la pesadez de las rocas y el fluir del agua. Sobre la presencia de la espiritualidad, sobre la necesidad de establecer la frontera "de lo que puede decirse antes de la nada", sobre los topes a los que se enfrenta el creador ("presentir el límite del lenguaje").

En días convulsos como estos, caminen, hagan el favor, en compañía de un poeta.

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