Basta con recordar la condescendencia de Carles Mundó (ERC) hacia Inés Arrimadas durante el debate de La Sexta o la recurrente (y repugnante) comparación de Catalunya con una mujer maltratada para constatar que la campaña electoral no ha escapado de la visión patriarcal dominante. Obviamente, tampoco nuestra democracia escapa de sus cánones.
La ética del cuidador, la habilidad de escuchar y la gestión creativa y emocional para alumbrar soluciones integrales son algunas de las características asociadas a una visión feminista del poder. Es fácil concluir que esa mirada ha sido excluida de la política entre el Gobierno de España y el de Catalunya. Si hubiera estado más presente, no se hubiera humillado las decisiones democráticas de los ciudadanos de Catalunya con la campaña contra el Estatut, tampoco se habría negado el diálogo ni dejado de atender la diversidad.
Dominación frente a diálogo
Por otro lado, no se hubiera subvertido las leyes en favor de un ‘nosotros’ que representaba una falsa universalidad, desatendiendo la voluntad de la mitad de los catalanes. Ni unos ni otros hubieran alentado boicots empresarialesboicots empresariales poniendo en riesgo a los trabajadores. Y tampoco se hubiera dejado en un segundo plano la defensa de los más vulnerables. Menos aún, utilizándolos para cínicas operaciones propagandísticas. Frente a la dominación que siempre proporciona insatisfacción a unos está el diálogo al servicio del bienestar de todos... Que el feminismo nos ilumine.