La crisis llegó y supimos que el tablero del Monopoly que habitábamos se tambaleaba. También esos bancos que se suponían ejemplos de solidez. Los diarios recogían dramas personales insoportables mientras los bancos eran rescatados. Su quiebra solo agravaría la crisis, nos dijeron. Pero nos ocultaron que también premiaban a incompetentes y sinvergüenzas. Dádivas que nunca serían devueltas.
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La cultura catalana lanza un SOS. Una sentencia del Tribunal Superior de Justicia europea ha llevado a Hacienda a reclamar el IVA de subvenciones otorgadas en años anteriores. Su particular interpretación de la ley puede ocasionar pérdidas de hasta 30 millones de euros. Entidades como el Teatre Lliure, el Mercat de les Flors, el Macba, el MNAC o el CCCB son algunas de las muchas afectadas. En juego está su solvencia económica. Incluso su supervivencia. Todo apunta que la vía judicial les dará la razón, pero, ¿cómo afrontar un litigio de años con las arcas bajo mínimos?
Entretodos
Mientras una economía doblegada a los intereses de las élites empapa todos los aspectos de nuestra vida, nuestros gobiernos (todos) consideran la cultura como un apéndice superfluo. Algo que se apoya con el énfasis de las palabras y la mendicidad de los hechos. No es casualidad. El mercado nos quiere serviles y la cultura nos convierte en ciudadanos libres. Solo en ella podemos cuestionar nuestra dimensión humana e interpelar a la sociedad. ¿También van a robárnosla?