Dos miradas

Una exigencia

La libertad que se reclama para los miembros del Govern y los 'Jordis' no es un grito retórico sino una simple, poderosa, exigencia democrática

De izquierda a derecha, Joaquim Forn, Raül Romeva, Jordi Turull, Dolors Bassa, Carles Mundó, Josep Rull y Meritxell Borràs llegan, ayer, a la Audiencia Nacional. / JUAN MANUEL PRATS

La infamia del encarcelamiento de los consellers de la Generalitat (y de los dos Jordis) –con querellas falseadas, el auto que ya estaba redactado antes de oír a la defensa de los acusados, las irregularidades judiciales denunciadas por tantos y tantos juristas, la evidente desproporción de la prisión– tiene una vertiente humana que no podemos olvidar. No hablo de las vejaciones o los insultos (físicos y psicológicos), del desprecio, sino de las circunstancias que viven tanto los presos políticos como sus familias. En estos casos, más allá de la injusticia que sufren ellos, hay mujeres e hijos, y padres y madres. Y, sobre todo, personas con las que, en un momento u otro te has relacionado. Has cruzado algunas palabras o una mirada, has discutido sobre política. Has participado, con ellos, en debates sobre el futuro de la izquierda, por ejemplo, o también has compartido con ellos sobremesas y conversaciones.

Me llegan, estos días, detalles sobrecogedores de parte de las familias. Unas cuantas de estas historias las vivo de cerca, como la mirada perdida y entristecida, melancólica, de una persona muy cercana a uno de los encausados. Tanto da. Mucha gente tiene estas vivencias. Más allá de la discusión penal en un juicio justo, resulta imposible no pensar en la barbaridad (humana y legal) que supone mantener a estas personas en una prisión. La libertad que se reclama no es un grito retórico sino una simple, poderosa, exigencia democrática.