La conciliación de la jornada laboral y la actividad familiar es una de las grandes asignaturas pendientes de la sociedad española. Los avances en este terreno se desarrollan con mucha lentitud, y la inercia de hábitos casi seculares sigue pesando como una losa. Ciertamente, en algunos sectores ha habido progresos, pero en otros los avances han sido nulos. Uno de los nudos gordianos son los horarios comerciales: es obvio que un adelanto generalizado de la hora de cierre de las tiendas favorecería que las familias pudieran disponer de más tiempo en común, pero se puede contraargumentar que mucha rigidez podría perjudicar la actividad económica y que los tiempos lo que demandan es liberalización. La CEOE hizo ayer una aportación al debate mediante un estudio en el que, más que abogar por adelantar el final de los horarios laborales –considera poco realista pretender que de forma generalizada sea a las 6 de la tarde–, apuesta por incentivar fiscalmente las políticas de natalidad y del servicio doméstico, entre otras. Pero cambiar el horario del comercio podría arrastrar probablemente a otras actividades. De la importancia capital de este sector ofrece una buena muestra la pugna que mantienen la Generalitat y el Gobierno, que se dispone a impugnar la legislación catalana ante el Tribunal Constitucional con el argumento de que rompe la unidad del mercado español. Una polémica que, lamentablemente, queda solapada por la convulsión política que vive hoy Catalunya.
Editorial
El lento avance de conciliar trabajo y familia
Adelantar la hora de cierre de los comercios podría arrastrar probablemente a otras actividades
Cartel con el nuevo horario comercial en una tienda de Barcelona. /
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