Arriba y abajo. A un lado y a otro. No dejamos de movernos. No está claro que avancemos. Cada vez con más nubes. Espesas. Húmedas. La atmósfera, eléctrica. Imposible no vivir con angustia las próximas horas. En realidad, llevamos años acumulando nubes. Décadas. Siglos, si nos remontamos al principio de esta historia. Ahora, todas las tensiones acumuladas entre Catalunya y el resto de España parecen querer estallar en la gran tormenta.
La Constitución nació con nubes Constitución. ¿Podía ser de otro modo? A ellas se fueron añadiendo las sombras de décadas de corrupción y política cicatera que, demasiadas veces, se olvidó del bien común. Los votos, al servicio de los partidos y de sus intereses. Y los ciudadanos les premiamos.
Opinión exprés
Rajoy Turandot y Puigdemont ajedrecista
Periodista
Colores y sombras
La idea del 'nou país' quiso ser de colores. Y limpia. Y rica. Pero ya se sabe, la fantasía esconde sus sombras. Nubes de engaños y propaganda para tratar de convertir a los ciudadanos en adeptos. Al otro lado… Sí, lado, porque nos han querido en bandos, solo se hurgó en la oscuridad del desprecio. ¿Para qué buscar las luces que compartimos? Eso no da votos.
Desde Catalunya se quiere ver la resurrección de la España en blanco y negro del 'Nodo'. No, lo único que ha despertado es el ocre y negro de Goya. De juzgados con alma de Inquisición. De conspiraciones sectarias. Del dios del poder que devora a sus ciudadanos. ¿También los garrotazos? ¿Seremos capaces de llegar a ellos? De nuevo, el ocre y el negro.