Francamente, no me lo esperaba: Messi toca el piano. Así aparece en un vídeo en el que el futbolista interpreta unos compases de la obra de Handel que es el himno de la Liga de Campeones.

Naturalmente, hay dudas. Hay quien piensa que se trata de un montaje de Adidas, empresa deportiva que viste a Messi. El hecho es que Messi ha sido grabado sentado ante un piano y con las manos sobre las teclas. Si se quería conseguir una imagen original, se ha conseguido. A esto se le llama, publicitariamente, creatividad.

Lo que me ha sorprendido, si todo es así, es la elección de la imagen de un piano. El piano es un instrumento del siglo XIII que dispone de pedales, y –ya me perdonarán– el dominio de los pies es tan fundamental para un pianista como para un futbolista.

A veces conviene pulsar fuerte una tecla, como conviene empujar fuerte una pelota. Se han escrito partituras para solistas, pero parece que Messi no necesita leer partituras para marcar goles. ¿Irá hacia la derecha? ¿Correrá hacia la izquierda? A veces las partituras no son necesarias cuando se tiene el placer y la capacidad de la improvisación.

Desde pequeño se me hizo familiar el piano que mi padre había instalado en casa. Yo me sentaba en el taburete y, sin saber música, solía acertar las teclas para hacer algunos acuerdos melódicos. Era un instinto que trabajaba. Muchos años después me atrevería a hacer canciones, letras y melodías.

Leo en EL PERIÓDICO que el vídeo de Messi al piano es una promoción del inicio de la fase de grupos de la Liga de Campeones y todavía hoy tengo la añoranza de mi piano de la adolescencia, y cuando voy a casa de mi editora, donde hay un piano, no puedo resistir la tentación de acercarme al teclado y hacer sonar un par de acordes.

Es una minúscula lucha contra un mundo explosivo.