El FC Barcelona emitió un comunicado, a primera vista ambiguo en el redactado pero firme en la intención, en el que se defendían conceptos tan universales y a la vez arraigados en la historia del club como la democracia y la libertad de expresión. También atendió con fidelidad a la esencia catalanista de la entidad al ponerse de nuevo al lado del derecho a decidir. 

Es la posición en la que se ha sentido cómoda hasta ahora la directiva de Josep Maria Bartomeu. Pacto por el Referéndum, sí; independencia unilateral, ya no se entra. Considera que esa es la postura que mejor responde a la pluralidad de la masa social azulgrana. 

La operación emprendida contra las dependencias de la Generalitat ha espoleado a diferentes instituciones de Catalunya a salir a la palestra con palabras de condena, que no en defensa del independentismo. Es lo que hizo el Barça. El silencio en las actuales circunstancias de indignación social y rebelión en las calles habría resultado tan inaceptable como inapropiado habría sido un posicionamiento explícito de reinvindicación de la secesión. 

Es un redactado hilado evidentemente de forma muy fina, forjado de forma transversal entre diferentes departamentos del club y aprobado finalmente por el presidente. Se sobreentiende el disgusto por la sobreactuación de los aparatos del Estado, pero no aliena a aquellos barcelonistas menos cómplices con el nacionalismo político.

La directiva, de esta forma, resiste las invitaciones continuadas a sumarse al secesionismo militante del minuto 17, pese a que en el seno de la junta ganarían posiblemente los partidarios del sí en caso de contabilizarse sus papeletas en el hipotético referéndum. A la vez, se mueve junto a su masa de socios, en un 90% ubicada en Catalunya, no se queda quieta, y da muestras de su compromiso catalanista, no siempre reconocido.

Quizá en un futuro necesite ir más allá. A saber. Lo que pueda suceder en Catalunya es más imprevisible que la política de fichajes del club.