Nadie podía imaginar que unos bebés de entre 7 y 9 meses iban a pegarle semejante paliza a 'Gran Hermano'. Pero se la han pegado. El arranque de 'Masterchef Celebrity' (TVE-1) ha superado en 2,7 puntos -y le ha sacado 700.000 espectadores de ventaja- a la 'ratomaquia' (T-5). Estoy absolutamente convencido que han sido estos bebés los héroes de esta hazaña. En particular Ciro, de 8 meses, el niño que le tocó en suerte a José Corbacho. Se trataba de que unos cuantos famosos de la tele ('celebrities' ahora los llaman), como Anabel Alonso, Usun Yoon, Silvia Abril o Edu Soto, se transformasen en improvisados cocineros de potitos y papillas para niños de menos de un año. Ha sido un ejercicio simpático. Pero sobre todo interesante. No es que las papillas fuesen malas a rabiar, pero la mayoría de bebés no se las querían tragar. Excepto en el caso de Ciro, el niño que le tocó a Corbacho. Viendo que el bebé se negaba a engullir el puré, utilizó una técnica que suele dar buenos resultados: le enredó, le distrajo, enseñándole un chupete colgado de una cadenita que iba cimbreando en lo alto, con lo cual el nene levantaba la cabeza, abría la boca, pasmado, y entonces Corbacho aprovechaba para meterle la cuchara. Es una técnica tramposa, efectivamente, pero se consigue que la criatura vaya tragando lo que al principio rechazaba. Decía Corbacho, contentísimo: «¡Lo he hipnotizado!». ¡Ah! Siendo Corbacho catalán, de L'Hospitalet de Llobregat, algún espectador quizá lo haya entendido como una metáfora sobre el momento político-social que estamos atravesando.
Este bebé derrota a ’Gran Hermano’. /
En la otra orilla, en Tele 5, la gala inaugural de la 18ª 'ratomaquia' 'Gran Hermano' discurría embarullada. Habían metido 100 aspirantes en la jaula de Guadalix, y solo podían quedar 20. Fue cansino. El presentador J.J. Vázquez intentaba provocar entusiasmo. Exclamaba: «¡Los nervios están a flor de piel, qué emocion!», y nuestro canario flauta Papitu bostezaba. Deberían haber pedido consejo a la discoteca 'Pachá' de Ibiza. Allí meten cada noche a 3.000, y la diversión está garantizada.
De todos los aspirantes, a mí me ha llegado al alma Eva, de Almería, de 47 años. Dijo, ilusionada: «Quiero entrar porque necesito volver a confiar en el ser humano». ¡Ahh! No había visto nunca tanta ingenuidad. Eva ha tenido suerte: creo que no ha sido seleccionada.