EL RADAR

¿Qué os ha pasado, a los catalanes?

Muchos ciudadanos de fuera de Catalunya se preguntan qué ha pasado para llegar a este punto

La primera respuesta es una pregunta: ¿cómo puede ser que no sepáis qué ha sucedido?

El Govern y los diputados de Junts pel Sí y la CUP, tras la aprobación de la ley del referéndum con el Parlament medio vacío. / FERRAN SENDRA

Catalunya se ha erigido en el centro de la atención de España. No solo el centro mediático, político y judicial, también el de la conversación pública, el de muchos españoles que escriben whatsapp, llaman a amigos, parientes y conocidos que viven en Catalunya y les preguntan:  ¿Qué os ha pasado, a los catalanes? ¿Qué ha sucedido para que vuestras instituciones, el Parlament y la Generalitat, se hayan declarado orgullosamente en rebeldía, para que hayáis dado el espectáculo tan poco edificante de estos días en el Parlament, para que la mitad de vosotros abracéis un referéndum ilegal según el orden constitucional vigente?

Hay quien tiene ya respuesta a su propia pregunta, para quienes los interrogantes son mera retórica; pero también hay quien pregunta con interés genuino, que quiere saber y entender, españoles de Madrid, Galicia o Andalucía que no comprenden qué ha pasado ni qué va a pasar, que presos de cliché se interrogan a santo de qué tanto tanta rauxa, que dónde está el seny.

En la web de EL PERIÓDICO, desde el miércoles (cuando el Parlament aprobó la ley del referéndum) ha aumentado el tráfico procedente del resto de España en más de un 50%; en Entre Todos son numerosas las cartas que recibimos de fuera de Catalunya.  «El principal problema del 1-O está en que desprecia el ‘derecho a decidir’ de los españoles no catalanes sobre una cuestión que afecta a todos los españoles», escribe Francisco Javier González, de Pontevedra. «Todo comenzó cuando el PP llevó el Estatut de Catalunya (consensuado por el pueblo catalán) al Constitucional y fue recortado, menospreciado, y con él todo el pueblo catalán, a diferencia de lo que ocurrió en otras comunidades, cuyos estatutos fueron aprobados en su integridad. ¿Qué se podía esperar, que Catalunya asumiese todos estos despropósitos? Pues ya tienen la respuesta por parte de un amplio espectro de la ciudadanía catalana», opina Alfredo Martín desde Cabezón de la Sal (Cantabria).

¿Qué os ha pasado, a los catalanes? preguntan muchos, y puestos a contestarles la primera respuesta es una pregunta: ¿cómo puede ser que no lo sepáis? La lista de agravios es larga y se ha larvado desde hace mucho tiempo, desde lo sentimental a lo político, desde lo cultural a lo financiero: desde el menosprecio y la incomprensión hacia el catalán hasta la inversión  (es un decir) en Rodalies; desde los papeles de Salamanca hasta el anticatalanismo como recolector exprés de votos; desde el insulto gratuito hasta el cepillazo al Estatut, el último intento de Catalunya de proponer un encaje dentro de España. A partir de entonces, todos los esfuerzos se han dirigido hacia la salida, mambo que diría la CUP.

¿Qué os ha pasado?, preguntan. Y es verdad que en Catalunya han pasado muchas cosas:  la desconexión sentimental, el auge sin complejos ni frenos de un nacionalismo feo y excluyente y escasamente democrátrico (hiperventilados, los llaman, como si hicieran gracia), la mezcla de ilusión, propaganda, partidismo y burda manipulación, el 3% y el 99% y el 1%, el crecimiento de la CUP, la caída de CiU y la fractura de los partidos con dos almas. Catalunya está partida en dos y solo dice mucho y bien de esta sociedad que la bilis siga almacenada en las redes sociales y no haya desbordado las aceras, aunque cada vez más sea a costa de cambiar de tema o de callar.

¿Qué os ha pasado?, preguntan, como si lo que está sucediendo fuera tan solo un asunto de los catalanes, como si esta no fuera una crisis genuinamente española, como si las votaciones y los decretos de esta semana no hubieran herido de muerte el sistema autonómico. ¿Qué os ha pasado?, preguntan muchos que no tienen ningún interés en que Catalunya se independice de España, y no caen en la cuenta de que la pregunta debería ser otra: ¿qué nos ha pasado? Porque lo que ha sucedido es un fracaso colectivo de España.