OPINIÓN

La ilusión, y luego está Paulinho

Soñábamos con volver a ciertas esencias del estilo y quien aterriza es un comisionado de todo lo contrario

Camiseta de Messi a 38 euros y de Neymar a 25, este domingo en los aledaños del Camp Nou. / E. C.

En las afueras del Camp Nou todavía se venden por liquidación camisetas de Messi Neymar de la temporada pasada, a 38 y 25 euros respectivamente. Se supone que la diferencia de precio se debe a que el brasileño ya solo es un trapo viejo en la memoria del culé, pero aun así esos 13 euros son una distancia injusta, raquíticamente inaceptable.

Y eso que el dinero en el fútbol siempre ha sido relativo, y el propio Neymar es un gran ejemplo: nunca sabremos en realidad cuánto costó, porque la horquilla va de los casi cien millones que más o menos hemos dado en aceptar como cifra definitiva a los 19 que, sin que se le escapara la risa, dijo un día la entonces vicepresidenta económica del Barça. Neymar ya es pasado, pero un pasado que aún echa humo y tal vez necesite, para tapar tantas vergüenzas como se van filtrando, un sarcófago de cemento superior al que mantiene a raya a la central nuclear de Chernobil; una amenaza de hacerlo saltar todo por los aires que siempre estará ahí.

Ir a hacerse una colonoscopia

Ahora viene otro combate con la relatividad. Paulinho. El problema es que soñábamos con volver a ciertas esencias del estilo y quien aterriza es un comisionado de todo lo contrario. Al parecer hace falta músculo, «un Keita», es la idea dominante (pero Keita costó 14 millones, y no 40, y era un año más joven, que todo hay que decirlo). Nos habíamos ilusionado con otro plan, ese de que lo importante no es tener al que más corre, sino a los que mejor hacen correr al balón.

Seguro que Paulinho es un buen futbolista, pero no va por ahí la cosa. Hablamos de perspectiva, de ilusiones. Porque a un hospital se puede ir para ver a un recién nacido o para someterse a una colonoscopia, que será muy necesaria, pero ilusión, lo que se dice ilusión, con este panorama, no hace.