Observamos las fotos de las fiestas nocturnas cotidianas en las playas de la Barceloneta.las fiestas nocturnas cotidianas en las playas de la Barceloneta Observamos los datos de asistencia a festivales, que han subido de manera espectacular pero sólo por parte de los extranjeros. Atemos cabos. Está el factor clima, claro. Está el factor estrellas de prestigio internacional. Está el factor vuelos 'low cost'. El atractivo irresistible de Barcelona... y de manera especial, para los jóvenes que quieren ir de marcha continua y sin pagar los precios de Ibiza, el factor Barceloneta. Barcelona es la única gran ciudad europea con playas a pie de metro, o a pie de apartamento turístico, donde encima se puede pasar la noche entera sin sufrir ni frío ni toque de queda. Es el factor jauja, que los visitantes deben llamar 'no limits', y a fe que los exploran. Pero más allá de estos factores, está el precio del alcohol. Por comparación, en España es como si lo regalaran. Figura que no nos damos cuenta, pero lo calculan incluso los americanos de los casinos que nos han hecho el favor de borrar el nombre de Barcelona del nuevo complejo tarraconense.

En muchos lugares del mundo, y de nuestro entorno europeo, el precio de alcohol resulta prohibitivo. Aquí pasa lo contrario. Atención pues, no tan colateral como muchos quisieran sino cuestión clave para los soberanistas, sobre todo los de izquierdas y los ponentes de las asambleas constituyentes: en cuestión de impuestos al alcohol, ¿la Catalunya futura será también la Escandinavia del sur? Si así fuera, vaya negocio.

Ya que no he sido nunca partidario de prohibir las drogas sino de garantizar su composición y arrinconar a las mafias, no me quejaré de la venta ambulante y las paradas de los 'top manta' de sustancias prohibidas, tan bien surtidas y coloreadas como no perseguidas. Si embargo, agradecería a los compañeros periodistas de los suplementos veraniegos de cultura una comparativa de precios. Por si acaso.