El espíritu de Solé Tura

Solé Tura brinda con el presidente Adolfo Suárez, el ministro José Pedro Pérez Llorca y el diputado catlán Miquel Roca, con motivo de la aprobación del Estatut de Sau, en agosto de 1979. 

Este diario recordaba oportunamente este fin de semana que hubo un tiempo, no tan lejano (1979), en el que el mismísimo Alfonso Guerra, hoy martillo del soberanismo catalán, defendía que España era una "nación de naciones", lo que suponía un planteamiento similar al que acaba de hacer el PSOE en su último congreso federal al abogar por el reconocimiento de la España plurinacional.

De la mano del renacido Pedro Sánchez, el partido socialista toma una iniciativa política que tiene, al menos, la virtud de romper el inmovilismo con el que los potentes aparatos del poder central afrontan el debate sobre la estructura territorial del Estado. Una idea, la de la plurinacionalidad, cuya plasmación jurídica solo puede ser una reforma de la Constitución en la dirección federal o confederal.

Se trata de un intento, tal vez el más serio habido hasta ahora, de trabajar en una oferta al soberanismo que pueda tener el suficiente atractivo y el suficiente contenido para la vida real como para ser refrendado por una clara mayoría de catalanes.

Ola de críticas

Ahora bien, la ola de críticas recibidas por el PSOE por sus "bandazos" sobre Catalunya (Inés Arrimadas), por su falta de claridad en torno a la soberanía nacional (Mariano Rajoy) o por la "solemne bobería" de aprobar en el congreso el concepto de plurinacionalidad (Alfonso Guerra) da idea de las dificultades a las que se enfrentan estos buscadores de una tercera vía que supere el actual statu quo, desbordado, y desactive el secesionismo catalán, enfrascado en la organización de un referéndum de autoderminación el próximo 1 de octubre.

En cualquier caso, lo que proponen los socialistas no es ninguna pirueta escandalosa. Más bien se trata de traer a la actualidad el espíritu con el que Jordi Solé Tura, ponente constitucional, eurocomunista (luego socialista) y catalán abordó los debates sobre el famoso artículo 2 de la Carta Magna. «La auténtica unidad de España se basa en el reconocimiento de lo que hay: de esas formas de conciencia, de organización, de esas formas de existencia. Eso es lo que hay que saber articular». Pues eso.