Dos miradas

Sor Ferrusola

La nota de Marta Ferrusola podría salir en una escena de una comedia italiana de Alberto Sordi. ¡Qué sutileza! ¡Qué ejercicio metafórico tan estructurado!

Marta Ferrusola junto a su esposo, Jordi Pujol. / JULIO CARBÓ

Se confirma el hecho de que el peor delito que cometió Jordi Pujol es el de mearse encima de la fe que inculcó en miles de catalanes. Es decir, sus acciones y las de su familia –esta "congregación" delictiva– se valorarán sobre todo desde la perspectiva moral. Todo lo demás, que es mucho y que, al parecer, cada vez será más, forma parte de una conspiración mafiosa, de raíz económica y con el afán de acaparar dinero y de ocultarlo a la acción de las autoridades fiscales. Con esto ya bastaría para desterrar a Pujol de la tribuna de los patricios. El problema de fondo –no tanto para él sino para el país o para la parte del país que le creyó– es que el 'expresident' atentó contra las creencias que él mismo defendía. Más todavía: estas creencias no fueron un impedimento, sino lo contrario, para la práctica dolosa.

La nota de Marta Ferrusola podría salir en una escena de una comedia italiana de Alberto Sordi. ¡Qué sutileza! ¡Qué ejercicio metafórico tan estructurado! ¡Qué imágenes más acertadas! El cura es el banquero; ella es la abadesa; los misales son monedas; y las bibliotecas, cuentas opacas. El campo semántico religioso hace de pantalla de la criminalidad, una ofensa en toda regla a la fe que con tanta devoción profesaba la familia. Yo, si fuera el Santo Padre les excomulgaba. Eso sí: antes deberían confesar qué cargo eclesiástico-siciliano ostentaba Pujol. ¿Canónigo de la Seo? ¿Cardenal purpurado? Un franciscano seguidor del 'poverello' seguro que no.