El Gobierno de España pretende duplicar su presupuesto de Defensa durante los próximos siete años. De momento, se ha acabado la ya clásica artimaña a través de la cual, con estivalidad y alevosía, conseguía añadir centenares de millones a la partida militar por la puerta de atrás, para pagar el programa patrio de renovación de armamento. El presupuesto para el 2017 incorpora ya, de saque, todos los fondos: este año nos costará un 32% hacer 'más seguro' el mundo, 7.635 millones de euros en total.
Trump se encargó de recordarnos días atrás el compromiso adquirido como miembros de la OTAN, para llegar al 2% de nuestro PIB en dicho rubro, e implicarnos más con esa seguridad planetaria. Nuestra querida ministra del ramo, maestra en prepararnos sutilmente para lo peor, avisa: sin defensa, de nada sirve asegurar la educación o el trabajo. Id preparando la cartera, en eso no valen crisis, que viene el coco con chilaba y hay que volver a defender Perejil, Tombuctú o lo que sea menester.
LA PEOR COYUNTURA
Eso es lo que se le supone a España. ¿La cooperación? ¿Qué tiene que ver la cooperación con la paz y todo lo demás? ¿Pero es que nos hemos vuelto locos? De remate. Por ejemplo: cuando más tendríamos que invertir en acción humanitaria, ante la peor coyuntura humana y ambiental de los últimos años, seguimos con un presupuesto estancado desde el 2014. El Estado le dedica 16,8 millones de euros a luchar contra emergencias tales como las lluvias torrenciales en Colombia o Perú. Pronto se conseguirá la misma cantidad organizando algún telemaratón, y uno no deja de sospechar que ese es el objetivo último de esta desidia, que todo se solucione a los ojos del público como si fuera una 'reality show' o enviando contenedores de ropa usada al Egeo. Pero qué buena gente somos en el fondo.
EL 0,7%
Los más viejos del lugar recordamos las acampadas para conseguir el 0,7% del PIB para la cooperación y convertirla en una política pública. La propuesta de presupuestos que llega al Congreso sitúa la Ayuda Oficial al Desarrollo española en el 0,21% (la media europea es del 0,51%) y, si no se hunde todavía más es por el compromiso de autonomías y entes locales, que elevan su aportación en un 56,57%, mientras la Administración General del Estado la recorta en un 1,8%. Curioso que quien menos competencia tiene a priori para con la acción exterior sea quien crea más en ella y, sobre todo, en otra forma de hacerla.
¿No hay ningún Trump que nos obligue a cumplir con ese 0,7%? ¿Seguiremos comprando el mensaje del miedo de nuestros supuestos defensores? Nadie con verdadero poder está dispuesto acabar con la espiral (del negocio) de la violencia, y la cooperación internacional no entra en la ecuación real de nuestra acción global, pese a décadas de fracasos estabilizando el planeta a punta de pistola. Los conflictos solo se acaban con justicia para todo el mundo, pero hay quien prefiere prepararnos para la guerra, aunque sea en diferido.