Dos miradas

Irlanda

El texto pactado por los Veintisiete en Bruselas abre la puerta para un referéndum en Irlanda sobre una posible reunificación

El primer ministro irlandés Enda Kenny, tras la reunión de la UE en Bruselas. / EFE / JULIEN WARNAND

El texto pactado por los Veintisiete en Bruselas –publicado al margen de las directrices que deben establecer el espacio acotado de la negociación con Londres, pero aprobado como un documento del Consejo Europeo– abre la puerta para un referéndum en Irlanda. Una consulta que debería servir para que los 32 condados irlandeses se unificaran en una sola república. De hecho, este mecanismo ya estaba previsto en los acuerdos del Viernes Santo de 1998, y el Reino Unido lo admitió como una posibilidad. Lo que ahora se certifica –con la solemnidad adecuada– es que los territorios del norte, si decidieran abandonar el régimen británico, entrarían de lleno, de manera automática, en la UE. Es un dato nada despreciable porque prácticamente invita a los irlandeses a promover el referéndum, con una garantía que funciona como cebo para que Irlanda, después de tantos años y tanta violencia, sea un país reunificado.

La reacción inglesa –con la caliente demanda escocesa, para complicar más las cosas– ha sido contundente, en el sentido de no contemplar un escenario como este. Pero, al mismo tiempo, Londres ha dicho que «la soberanía de Irlanda del Norte está en la firmeza y la claridad del libre consentimiento de su gente». Refiriéndose a Catalunya, Suso de Toro declaró hace unos días que el solo hecho de promover (y poder hacer) un referéndum ya es una victoria, un ejercicio soberano. Lecciones irlandesas (y europeas) que ahora mismo están sobre la mesa