Dos miradas

La verdad de Mas

Mas volverá a ser aupado como un héroe por algunos. Para otros, será un villano irresponsable. Y no habrá más verdad que la de los intereses de cada cual

Artur Mas, en su despacho del Palau Robert. / ALBERT BERTRAN

Nunca sabremos la verdad. Esta máxima, aplicable a casi todo, podría ser el titular de los últimos años en Catalunya. Un tapiz donde los hilos de la justicia y la política, de las ambiciones colectivas y las personales, de las fragancias de los sueños y los hedores de las cloacas se han entremezclado hasta crear un engendro que nadie ve del mismo modo. Las prisas de los que buscan una meta se han sumado a las de los que buscan una huida. Y se ha conformado una carrera colosal a la que se han sumado cientos de miles de personas. 

Ahora sabemos que, en el 9-N, bajo las voces de la épica, estaba el susurro de un pacto entre el Gobierno catalán y el español que Artur Mas dilapidó al hacer como 'president' una lectura pública de los resultados. Este lunes va a juicio por ese pulso. Y es un juicio que también tiene aspecto de pulso. Duelo de realidades. No hace ni una semana que el 'caso 3%' (qué pequeña queda esa cifra) se estrechó más alrededor de Mas. Y quizá la operación fue oportunista. Tanto como el silencio que aquí y en Madrid se extendió sobre la corrupción nacida en la 'era Pujol'. La paz política enriqueció mucho a muy pocos (los mismos que dictaban lecciones de moral) y todos pagamos su precio. Nunca sabremos cuánto podría haberse hecho con todo lo robado. Este lunes, Mas volverá a ser aupado como un héroe por algunos. Para otros, será un villano irresponsable. Y no habrá más verdad que la de los intereses de cada cual.