Dos miradas

No fue gratis

La Transición no fue perfecta. ¿Cómo podía serlo? No fue pura, pero ¿cuál era la alternativa? ¿Había más vías pacíficas en aquel momento?

Multitudinaria concentración, puños en alto, en el cementerio de Carabanchel, en el entierro de los asesinados en Atocha.

La Transición no salió gratis. Con este titular abría EL PERIÓDICO el recuerdo del asesinato de los abogados laboralistas de Atocha. 40 años de la matanza perpetrada por pistoleros de la ultraderecha. 40 años de aquel silencio que acompañó a los muertos en su entierro. Un silencio más atronador que cualquier grito. Porque no se lo llevaría el viento. Porque era invencible. Porque mostraba la obstinada voluntad de reclamar la calle y las riendas de un país. Con el silencio de la razón, a cara descubierta, se plantaba cara a los enemigos de la democracia.

Ni la Transición fue un pacto entre castas ni fue un amaño del régimen franquista que algunos ahora pretenden hacernos ver. La Transición estuvo hecha de miedo y agallas, de sangre, de chantajes, de engaños y de la tenaz determinación de enfrentarse a ellos. No fue perfecta. ¿Cómo podía serlo? No fue pura, pero ¿cuál era la alternativa? ¿Había más vías pacíficas en aquel momento? Los herederos de esa época aún nos emocionamos al son de Libertad sin ira. No es un ataque de nostalgia, o no solo, también es la añoranza de un momento de efervescencia, de grandes conquistas y esperanzas. Desde entonces hemos ganado batallas, pero también hemos sufrido pérdidas democráticas. Pero eso no es una traición de la Transición. Es la traición a su espíritu. Achacar los males al pasado es tan estéril como negar la posibilidad de romper algunas de las míseras connivencias actuales. 

Temas

Historia