El anhelado proceso de paz en Colombia quedó en entredicho con la inesperada derrota, en el referéndum del 2 de octubre, del costosísimo acuerdo al que habían llegado el Gobierno de Bogotá y las FARC. Apenas cinco días después de ese grave tropiezo, sin embargo, el presidente Juan Manuel Santos, el arquitecto del pacto, fue elegido premio Nobel de la Paz, distinción que recibió ayer en Oslo. Entre el anuncio del galardón y su entrega, en Colombia se ha fraguado un nuevo acuerdo de paz, ratificado hace apenas 10 días por el Parlamento y que incluye algunas demandas de quienes hicieron campaña por el no. A diferencia del anterior, este segundo pacto no precisará ser sometido a consulta de los ciudadanos para que entre en vigor, pero sería una frivolidad aducir que eso le resta legitimidad, porque se preserva el objetivo esencial de instaurar la paz en Colombia después de medio siglo de enfrentamientos que han dejado más de 250.000 muertos. Con toda propiedad, pues, pudo proclamar ayer Santos en Oslo al recibir el Nobel que «la guerra ha terminado». Con algo más de osadía, el Comité Nobel Noruego podría y probablemente debería haber hecho extensivo el galardón a las FARC, la otra parte de los acuerdos de paz, pero sin duda Santos es un justo merecedor del premio. Queda mucho camino por recorrer, y las secuelas del conflicto se notarán durante largos años, pero el acuerdo de Colombia es una de las escasas grandes buenas noticias del mundo en este 2016.
Editorial
El Nobel culmina el proceso de paz de Colombia
Santos proclama al recibir el galardón que "la guerra ha terminado"
Juan Manuel Santos, con el Nobel de la Paz, este sábado en Oslo. /
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